Los propósitos de Año Nuevo

Ahora que acaba el año es muy común que nos tomemos un tiempo para reflexionar sobre el que dejamos atrás, por nuestros hábitos y por cómo nos gustaría cambiar algunos aspectos de nuestra vida; así surgen los tan populares propósitos de año nuevo. Lo más común es que hagamos una lista larga, poco específica y sin una idea clara de cómo llevarlos a cabo. Por ejemplo, nos propondremos dejar de fumar, aprender un idioma, bajar peso, visitar más a la familia, etc. Como todos sabemos, la inmensa mayoría de estos propósitos son olvidados antes de febrero y en muy pocas ocasiones logramos cumplirlos.

¿Por qué ocurre esto? Pues como señalábamos antes, para empezar porque nos proponemos muchos cambios y como reza el refrán quien mucho abarca, poco aprieta. Es mejor centrarse en uno o como mucho, dos aspectos que queramos mejorar que plantearnos un montón de cosas que después nos será imposible cumplir.

Además, es importante no sólo saber qué queremos cambiar, también debemos pensar en el cómo. Si quiero aprender inglés deberé pensar si lo haré mediante clases presenciales (y de ser así, a qué academia o con qué profesor lo haré) o con una aplicación o curso a distancia, cuánto tiempo a la semana le voy a dedicar, cómo voy a complementar las clases, qué puedo hacer para practicar más, etc.

Es aconsejable que busquemos cosas que realmente nos motiven, sin dejarnos llevar por la inercia del resto. Deben de ser aspectos que creemos que van a mejorar nuestra salud, nuestra calidad de vida, en definitiva, nuestra felicidad.

Al hacer esta revisión de nuestro año, que no deja de ser una reflexión sobre nuestra vida, a veces podemos sentirnos frustrados, nostálgicos, decepcionados con nosotros mismos. Esto suele pasar porque nos fijamos más en aquellas metas que no hemos cumplido, en los aspectos negativos de nuestro día a día que en las cosas buenas. Y, normalmente, suele haber un poco de todo. Puede que este año no hayamos conseguido mantener un peso saludable pero quizá sí hayamos conseguido pasar más tiempo con la familia. Es importante que pongamos sobre la mesa no sólo lo malo, también lo bueno. La autocrítica debe ser justa, debe prestar atención a los aspectos negativos y a los positivos.

Y esto es igual para todos, independientemente de nuestra edad. Así, os animo a que estrenéis el año 2018 con un nuevo propósito que consigáis cumplir y que os haga ser más felices.

¡Feliz año nuevo a todos!

Alimentos III: lista de ingredientes

Continuamos hoy con la colaboración del Dr. Jacinto Ramos Echániz quien nos habla sobre los alimentos y la seguridad alimentaria. Podéis acceder a los dos primeros artículos de la serie aquí y aquí.

En la entrada anterior, centramos el post en qué es la denominación de venta del producto y cómo debe figurar en el alimento. Hoy nos centraremos en otro de los apartados obligatorios que debe figurar en el etiquetado de un alimento envasado, la lista de ingredientes (con la excepción que comentaremos al final del artículo)

¿Qué se considera ingrediente? cualquier sustancia o producto, incluidos los aromas, los aditivos alimentarios y las enzimas alimentarias y cualquier componente de un ingrediente compuesto que se utilice en la fabricación o la elaboración de un alimento y siga estando presente en el producto acabado, aunque sea en una forma modificada (los residuos no se considerarán ingredientes). Es decir consideramos ingrediente a todos los componentes del alimento que vamos a consumir.

Están detallados una serie de requisitos generales de cómo el fabricante nos debe de informar de estos componentes. Esta lista debe estar precedida por la palabra «ingredientes», o bien una frase que contenga la palabra ingredientes ( por ejemplo: “este alimento está compuesto de los siguientes ingredientes”)

El orden es decreciente en peso o volumen. Es decir, el primer ingrediente que aparece en la lista es el que tiene una mayor presencia en el producto, en peso en los alimentos sólidos y en volumen en los alimentos líquidos. El último ingrediente es el que tiene menor presencia.

Como ya hemos visto en el apartado dedicado a la denominación de un alimento, en la lista de ingredientes, estos  se tienen que indicar con su nombre reconocido, no se pueden nombrar con la denominación que se le ocurra al fabricante.

Se  considera «ingrediente primario» a un ingrediente o ingredientes de un alimento que representen más del 50% del mismo o que el consumidor asocia generalmente con su denominación. Sin embargo, esto nos lleva a contradicciones. Por ejemplo  la horchata es una bebida de agua, azúcar y extracto de chufa. El ingrediente mayoritario es el agua, pero el ingrediente con el que se asocia esta bebida es la chufa. Otro ejemplo son los cacaos solubles. El ingrediente con el que se asocia es el cacao, pero el ingrediente mayoritario (hasta el 75%) es azúcar, por lo que no se deberían llamar «cacaos solubles» sino «azúcar con cacao».

Hasta el año 2011, los componentes grasos de un alimento se englobaban en la denominación genérica de grasas animales o vegetales, por lo que el consumidor desconocía la composición de estas grasas. Actualmente es obligatorio que en la lista de ingredientes se denominen las grasas como vegetales o animales  seguida de su composición. Así en una magdalena, en el apartado de grasas, pondrá «grasas vegetales (girasol, palma y coco)» o cualesquiera que contenga. Esta novedad permite al consumidor elegir entre los distintos productos . Debido a esta novedad, hay productos, elaboradores o líneas de distribución que lo utilizan como reclamo . Hay productos que en su etiquetado figura «libre de aceite de», normalmente aceites con grasas saturadas  (palma, coco, etc.), con efectos perjudiciales para la salud; además, su cultivo intensivo también produce daños medioambientales.

En la lista, los ingredientes figuran de mayor a menor, pero hay ocasiones en que hay que cuantificarlos, es decir indicar la cantidad en que están presentes. Si en la denominación de venta de un alimento figura uno de los ingredientes (tarta de almendra, palitos de merluza) entonces hay que indicar en qué cantidad está presente en ese alimento. En el caso de la tarta de almendra, cuando en la lista de ingredientes aparece la almendra hay que decir en la proporción en que está presente (por ejemplo: almendra: 23´5%)

También hay que indicarlo si aparece una imagen o dibujo del ingrediente en el etiquetado. Imaginémonos una tarta cuyo nombre sea tarta primavera, y que figura una fotografía en la que  está adornada con fresas y rodajas de kiwi, pues en la lista de ingredientes, cuando figure la fresa y el kiwi, se debe indicar la proporción de estas frutas  (fresa 12%, kiwi  3%, por ejemplo)

Hay ocasiones en que varios componentes de la misma categoría se pueden incluir en la lista con la denominación general, sin especificar cada uno de sus componentes. Por ejemplo, si un alimento llave una mezcla de quesos, en la lista de ingredientes se pondrá «queso» sin especificar cada uno. El surimi, que es una pasta hecha a base de mezcla de distintos pescados, en su lista de ingredientes puede poner «pescado», sin especificar las distintas especies que lo componen.

Los aditivos también son ingredientes, por lo que tienen que figurar en la lista. La forma de indicar su contenido es especificando su acción (espesante, acidulantes, potenciador del sabor, emulgente, etc.) y a continuación o bien su nombre (aspatamo, ácido cítrico, polifosfato sódico, etc.) o bien el número que internacionalmente se le otorga ( E331, E 412, etc.)

Por último nos referiremos a los ingredientes compuestos, que son los que a su vez están formados por varios ingredientes. Imaginémonos ahora una ensaladilla rusa en que uno de sus ingredientes sea mayonesa. La mayonesa a su vez está elaborada  a base de huevo, aceite, sal y jugo de limón, por lo que lo podemos considerar un ingrediente compuesto (elaborado por varios ingredientes). Entonces en la ensaladilla rusa, cuando en la lista figure la mayonesa  de deberá indicar «mayonesa (huevo, aceite, sal, jugo de limón)».

Hay alimentos en el mercado en que no es obligatorio indicar  los ingredientes que lo componen, pudiendo omitirse la lista de ingredientes. Por ejemplo, aquellos alimentos de un solo ingrediente (azúcar, harina, agua mineral-natural, fruta, etc.) ya que con la denominación de venta sabemos lo que contiene. Existen más excepciones a la norma que regula la identificación de los ingredientes, pero son excepciones demasiado técnicas, y que, en general,  no afectan al consumidor final, por lo que obviamos su detalle.

La lista de ingredientes es especialmente importante para aquellas personas que tienen restricciones dietéticas (por ejemplo, dietas bajas en sal o en hidratos de carbono) por lo que resulta muy positivo acostumbrarse a consultarla.

 

 

 

 

 

El ejercicio físico y la mente activa

Dicen que quien mueve las piernas mueve el corazón. Esta máxima trata de recordarnos lo saludable que resulta el ejercicio físico para nuestra salud cardiovascular. Sin embargo, el ejercicio físico no sólo resulta positivo para nuestro cuerpo, también lo es para nuestra mente.

Desde hace algún tiempo se sabe que el hecho de realizar ejercicios aeróbicos (aquellos que implican un aumento de la frecuencia cardiaca y del consumo de oxígeno, como por ejemplo caminar, nadar o bailar) resulta positivo para el rendimiento cognitivo, es decir, para nuestra capacidad mental. Esto se debe a que cuando realizamos este tipo de ejercicios se liberan determinadas sustancias que resultan beneficiosas a nivel celular en nuestro cerebro, ayudándolo a permanecer activo y en un buen nivel de rendimiento.

Por otro lado, las personas que realizan ejercicio físico de forma regular tienen un riesgo menor de sufrir accidentes cerebro-vasculares, lo que reduciría el riesgo de padecer ciertas afecciones (como el daño cerebral adquirido tras un ictus) que reducen nuestra capacidad cognitiva y pueden llevarnos a un estado de dependencia.

Además, las personas que realizan ejercicio con cierta regularidad tienden a mostrar un mejor estado de ánimo y una autoestima mayor, lo que impacta favorablemente en la forma en que se relacionan con los demás, en la sensación de bienestar general y en la salud psicológica. Con respecto a esto último, es sabido que realizar ejercicio físico ayuda a mantener un buen estado de ánimo, disminuyendo la sensación de ansiedad y reduciendo los niveles de tristeza que podamos sentir.

Es cierto que algunas patologías que tienen mayor incidencia en la vejez pueden limitar el ejercicio físico que la persona pueda realizar (por ejemplo, en el caso de personas mayores con movilidad reducida o en casos donde patologías como reuma hagan doloroso el movimiento). Aun con todo, siempre podremos consultar con nuestro médico o pedir asesoramiento a un fisioterapeuta para que nos indique qué ejercicios podemos llevar a cabo para realizar este trabajo aeróbico.

Si además de mover el corazón mediante paseos, natación, baile, etc. nos preocupamos de complementarlo con ciertos ejercicios específicos el impacto positivo sobre nuestra salud será aún más notable. Algunos de esos ejercicios son los que ayudan a mantener una buena postura corporal (evitando que la espalda sufra de malas posturas, lo que a la larga puede convertirse en dolor), ejercicios que ayudan a mantener el equilibrio (cosa especialmente importante conforme cumplimos años), ejercicios que mantienen un cierto nivel de elasticidad o ejercicios que buscan mantener nuestra agilidad, por poner algunos ejemplos.

Como siempre, es bueno asesorarnos con profesionales de nuestra confianza, sus consejos evitarán que, queriendo cuidarnos, hagamos cosas perniciosas para nuestro cuerpo.

Es cierto que el invierno no es una época que resulte especialmente atractiva para salir a pasear o dar grandes caminatas. Pero siempre podremos buscar alternativas, por ejemplo, caminar por lugares cerrados y cubiertos como centros comerciales o apuntarnos a un gimnasio. Además, en multitud de ayuntamientos se ofertan clases de gimnasia y mantenimiento para personas mayores que resultan más que recomendables.

 

Recomendación noviembre

En el último día del mes y con las Navidades a la vuelta de la equina, la recomendación que hoy os traigo es una idea para regalar a una persona mayor.

En mi experiencia personal y laboral, he visto lo complicado que resulta a veces encontrar materiales con un buen soporte para personas mayores. Por ejemplo, muchos libros tienen una letra muy pequeña, páginas satinadas que dificultan la lectura, libros excesivamente pesados y difíciles de manejar, etc. Uno de los materiales que más dificultades presenta para las personas mayores son los atlas de geografía: información que resulta irrelevante y distractora (por ejemplo, cuando se superponen accidetentes geográficos a mapas políticos, lo que hace que la imagen aparezca muy cargada y sea difícil de procesar visualmente), poco contraste entre los colores elegidos y el fondo, letras de tamaño y fuente poco adecuada, tener un tamaño grande y ser pesados, no contar con información que resulta relevante para el mayor (por ejemplo, la orografía de su comarca) pero sí otra que le resulta irrelevante (banderas, símbolos náuticos, etc.).

Así pues, la idea sería confeccionar nuestro propio atlas geográfico. Para ello, podemos buscar mapas que tengan una buena resolución y que contengan la información necesaria de un modo claro y ordenado. Además, podremos elegir qué mapas incluir, en función de los intereses y gustos del mayor. Una vez tenemos los mapas, podemos incluso añadir antes de cada uno de ellos una pequeña información (que podemos extraer de Wikipedia, por ejemplo) que resulte relevante. La impresión se puede realizar tanto a tamaño A4 como en un tamaño mayor, ya que al ser pocos mapas no resultará pesado. Lo ideal es encuardenarlo con espiral y tapas blandas, que no sumarán peso.

Este regalo, además de ser útil, permite realizar muchos ejercicios de estimulación cognitiva, desde repasar la geografía a buscar cómo ha cambiado el mundo en los últimos años, para lo que se pueden incluso incorporar mapas con fronteras antiguas para ver los cambios.

Como veis, es un trabajo sencillo, que no lleva más de unas pocas horas de búsqueda y con una maquetación simple que podemos realizar a nada que manejemos un poco los paquetes ofimáticos. Espero que os guste.

Soy fea porque soy mayor

Perdonad este titular tan horrible como falso, pero es una frase que he oído en demasiadas ocasiones, así que he decidido tratar de desmentirla en la medida de lo posible.

La creencia de que las personas mayores no son guapas o atractivas está muy extendida, no sólo entre la población general, sino también entre los propios mayores, lo que la hace si cabe aún más dañina y perniciosa. Nuestros padres, madres, abuelos y abuelas se sienten feos. Y, al menos a mí, es algo que me entristece enormemente.

Realmente, en la actualidad, mucha gente siente que no encaja en los cánones estéticos establecidos. No es algo inherente a la edad mayor, pero es cierto que la sensación de no encajar se puede acentuar durante el proceso de envejecimiento. Al fin y al cabo, la idea de que la juventud es belleza está muy extendido. Y hablamos de juventud muy joven porque a los 30 ya hay quien hace uso de la cirugía estética y a esas edades las modelos y actrices se consideran “maduras”.

La mayoría de personas mayores se adapta a su cuerpo conforme va cambiando, pero el proceso puede hacerse duro. El titular de este artículo usa deliberadamente la forma femenina, pues la dictadura de la imagen suele ser más estricta con las mujeres, independientemente de la edad. Sin embargo, no podemos pensar que a los hombres no les preocupe o afecte, pues caeríamos en un error notorio. La calvicie, por ejemplo, es algo que afecta en la autoestima de muchos hombres jóvenes, de mediana y avanzada edad.

Es difícil lanzar un mensaje optimista y esperanzador cuando en cualquier anuncio habrá una potente imagen con gente guapísima y jovencísima queriendo convencernos de que la vida será mejor, más fácil, más plena y más bella si compramos el producto que anuncian. Pero entender que la vida tiene ciertas fases, y que nuestra apariencia física se transforma en cada una de ellas, es importante para gozar de una buena salud mental. La imagen, como parte de la autoestima, es importante. Pero para tener una autoimagen sana, las expectativas que tenemos sobre nuestro aspecto deben ser realistas. Además, es crucial (y esto a cualquier edad) que la autoestima no solo se base en nuestra imagen, por lo que hay que cultivar otras facetas de nosotros que nos ayuden a sentirnos a gusto con quienes somos.

Aunque a hombres y mujeres les preocupe su apariencia física, se pueden encontrar diferencias en los aspectos concretos. Muchos hombres tienen problemas para aceptar la calvicie, el aumento del perímetro abdominal o la falta de fuerza física. Las mujeres suelen centrarse más en aspectos como canas y arrugas. Pero la belleza, en el fondo, no es lo que nos dicen las revistas que debemos ser. La belleza no es solo tener 20 años y ser muy alta y muy delgada. La belleza es algo subjetivo. Por eso, subjetivamente reconozco, que hay muchas personas ancianas que me parecen realmente guapas, con sus marcas del paso del tiempo incluidas. Porque una mirada dulce, una sonrisa sincera son cosas que se mantienen de por vida. Y, si me lo permitís, aprovecho para dedicarle esta entrada a dos mujeres mayores que son guapísimas y a las que quiero mucho, mis abuelas, que sé que me leen.

Cómo mejorar la concentración

La semana pasada comentábamos sencillos juegos y ejercicios que se pueden llevar a cabo para mejorar la fluidez del lenguaje. Hoy vamos a centrarnos en otra capacidad de la que también se quejan mucho las personas a medida que cumplen años: la capacidad de concentrarse.

Lo que comúnmente llamamos concentración se denomina en psicología atención sostenida; es decir, es la capacidad de focalizar nuestra atención en un estímulo externo (una lectura, por ejemplo) o interno (operaciones de cálculo mental, por ejemplo) durante un periodo más o menos prolongado de tiempo. La falta de concentración se traduce en despistes, santos viajando al cielo (cántas veces no decimos que se nos ha ido el santo al cielo o que hemos perdido el hilo), problemas para retener información, etc.

La concentración se puede ver afectada por diversos tratamientos farmacológicos, así como por estados de ánimo alterados (tanto por nerviosismo como por tristeza), la falta de alimento, la deshidratación, la falta de sueño o el cansancio. Sin embargo, la falta de entrenamiento también puede influir en el descenso del rendimiento de esta habilidad. Si sentimos que nuestra concentración está mermando es importante que revisemos nuestras rutinas, para poder detectar si estamos descansando lo suficiente, si estamos estresados o si alguna preocupación que nos ronda la cabeza consume todos nuestros recursos atencionales.

Algunos pasatiempos y ejercicios sencillos que podemos realizar para mantener nuestra concentración en buena forma son los siguientes:

-Los pasatiempos como las sopas de letras o la búsqueda de diferencias ayudan a focalizar nuestra atención y, al tener que mantenerla por un periodo más o menos largo de tiempo, trabajan nuestra capacidad de concentración.

-Otros juegos, como las cartas o el dominó, también son útiles en este sentido, ya que lo normal es establecer una estrategia de juego y, para llevarla a cabo, debemos concentrarnos en las jugadas que se van realizando.

-El ajedrez requiere de una elevadísima concentración, ya que hay que ir previendo jugadas y anticipando los movimientos del rival.

-La lectura y la escritura también ayudan a focalizar y mantener la atención; eso sí, la escritura debe ser manual.

-El cálculo mental es un gran ejercicio en cuanto a mantener nuestra atención concentrada, siendo muy beneficioso para aumentar el rendimiento de esta capacidad.

-Las labores (tricote, ganchillo, croché, marquetería, etc.) también ayudan a trabajar esta habilidad mental.

-Algunos videojuegos (algunos tan clásicos y entrañables como el Tetris) nos permiten estimular esta capacidad.

-Actividades como la meditación o la relajación, al disminuir el nivel de estrés que sentimos, ayudan a aumentar nuestra capacidad de concentración.

Un último apunte, aunque estos pasatiempos y juegos se proponen para aumentar la concentración hay que tener en cuenta que también estimulan y trabajan otras habilidades mentales (rastreo visual, capacidad lingüística, cálculo, planificación de estrategias, etc.) por lo que no sólo resultarán beneficiosos para esta área concreta, también lo será para otras.

Cómo mejorar la fluidez del lenguaje

En una serie de artículos anteriores abordamos el concepto de reserva cognitiva y cómo aumentarla con consejos generales.

En el post de hoy vamos a tratar de explicar de un modo sencillo cómo mejorar la fluencia lingüística (es decir, que el habla sea fluida, sin atascarse y sin que se produzca el fenómeno de la punta de la lengua que ya hemos tratado también).

Una de las principales quejas de las personas conforme envejecen es que el fenómeno de la punta de la lengua acontece con mayor frecuencia. Es decir, que al hablar no salen las palabras con facilidad, especialmente los nombres. Esta dificultad suele crear mucho malestar, frustración e incluso preocupación por si se trata del primer síntoma de un problema cognitivo. Sin embargo, en la mayor parte de los casos se trata de un síntoma benigno del paso del tiempo (es decir, que no conlleva una patología). Aun con todo, al resultar tan molesto, resulta recomendable tratar de reducir su aparición:

-Resulta recomendable evitar el uso de las palabras “comodín” (eso, cosa, él, por ejemplo) ya que luego constará más encontrar el nombre que buscamos. Es mucho mejor tratar de usar las palabras correctas y precisas. No diremos “pásame la cosa de ella que está allí”, deberíamos decir “pásame el paraguas de Andrea que está en la mesa”.

-Todos aquellos juegos que se basen en el uso del lenguaje son aconsejables, desde el clásico juego del ahorcado, pasando por el scattergories, el scrabble, hasta juegos apps como el apalabrados.

– Los clásicos pasatiempos (como crucigramas o autodefinidos) también ayudan a conservar la fluidez de nuestra habla.

– Es aconsejable tratar de aumentar y emplear nuestro vocabulario. Buscar palabras en el diccionario y después tratar de emplearlas habitualmente es una forma sencilla de lograrlo.

-Aquellas personas que conocen dos o más idiomas (aunque no sean bilingúes) tienen una potente herramienta a su favor, emplear los idiomas que conocen (tanto a nivel oral como escrito) ayudará a mantener la fluencia lingüística.

– Por supuesto, la lectura y la escritura no pueden faltar como consejos a la hora de mantener nuestro lenguaje en forma.

– Se pueden realizar sencillos ejercicios a modo de juegos; por ejemplo, formar todas las palabras que podamos con unas determinadas letras, buscar palabras que comiencen por un determinado fonema o palabras que estén relacionadas con una categoría semántica dada (cosas que hay en un autobús, por ejemplo).

Por último, en caso de que la falta de fluidez lingüística sea muy notoria y/o molesta, se recomienda realizar una valoración (con el fin de determinar si es algo que entra dentro de lo habitual o bien nos hallamos ante un problema mayor) además de una asesoría personalizada sobre cómo mejorar y mantener esta capacidad.

Recomendación octubre

En el último día del mes os traigo las recomendaciones de octubre.

En primer lugar os recomiendo el libro de Gabriel García Márquez “El amor en tiempos de cólera” donde, con un fondo tan terrible como una epidemia de esta enfermedad, dos ancianos por fin pueden estar juntos después de toda una vida de amor negado. La sensibilidad del autor nos permite recordar que para quererse nunca es tarde, que las emociones y los sentimientos pueden ser igual de intensos a cualquier edad. Aunque el libro es del año 1985 ya se puede considerar un gran clásico de nuestra literatura.

En segundo lugar, dado que mañana es el día de Todos los Santos y en Galicia esta festividad tiene un sentido especial y muy arraigado, os recomiendo visitar los Camposantos del Concello de Teo, especialmente el de la parroquia de Luou, donde cada año se adorna con velas y flores.

Espero que estas recomendaciones os resulten interesantes.

¿Cómo aumentar la reserva cognitiva?

Ya que en artículos anteriores hemos hablado de la reserva cognitiva en este post vamos a abordar cómo aumentarla.

Recordemos, la reserva cognitiva es la capacidad que tienen nuestro cerebro de hacer frente al daño sobrevenido, es decir, al daño que acontece bien por el propio pasar del tiempo, bien por afecciones como daños cerebrales (de origen vascular, traumático, infeccioso, etc.) o por procesos neurodegenerativos como la demencia. Esta reserva cognitiva se crea en base a aspectos neurobiológicos y por las experiencias de vida de la persona. Así, como decíamos en el artículo anterior, aspectos como nivel educativo, complejidad laboral, bilingüismo, etc. incidirán en la creación de reserva cognitiva. O, dicho de un modo más sencillo, cuanto más usemos la cabeza, cuanto más trabajemos a nivel mental, mayor será nuestra reserva cognitiva. Además, resulta enriquecedor que las actividades que realizamos no se circunscriban a una sola área, es decir, aprender un idioma es estupendo para crear reserva cognitiva, pero si además de estudiar un idioma también hacemos cuentas y juegos de lógica todavía mejor.

A continuación expondremos pequeños juegos o ejercicios que podemos realizar para aumentar nuestra reserva cognitiva.

– Como se menciona más arriba, estudiar y practicar idiomas fomenta la creación de reserva cognitiva.

– Los juegos y pasatiempos que impliquen el uso de vocabulario (crucigramas, autodefinidos, etc.) ayudarán a aumentar la fluencia lingüística y que las palabras no se nos queden en la punta de la lengua. Además, la lectura y la escritura son fundamentales para mantener nuestras capacidades lingüísticas en un buen nivel de rendimiento.

– Es importante realizar operaciones matemáticas, aunque el cálculo cuente en general con más detractores que seguidores. Realizar cálculo mental con frecuencia nos ayuda a trabajar nuestra capacidad de concentración, así como la “agilidad” mental.

– Ciertos pasatiempos también ayudan a trabajar nuestra capacidad de concentración, así como otros aspectos de la atención. Algunos ejemplos serían la búsqueda de diferencias o las sopas de letras.

– Los juegos de cartas tradicionales (guiñote, mus, etc.) así como el dominó permiten trabajar aspectos de nuestra cognición como el pensamiento abstracto, la creación de estrategias o la capacidad de inhibición.

-Existen juegos que fomentan tanto la atención como la memoria, uno de los que más me gusta es la búsqueda de pares. Hay diferentes formatos, pero todos suelen basarse en una serie de imágenes que se repiten por pares, siendo el objetivo del juego encontrar las que son iguales, normalmente las imágenes están boca bajo y hay que ir levantando cartas, recordando qué imágenes hemos visto ya y dónde se encuentran sus iguales.

En próximas entradas seguiremos ahondando en cómo mejorar nuestra reserva cognitiva.

Recomendación Septiembre

Aunque nunca es tarde si la dicha es buena, la recomendación de septiemnbre se ha hecho de rogar.

Con un poco de retraso, os traigo las recomendaciones del mes de septiembre. Ya es que este mes hemos hablado sobre el alzheimer y la reserva cognitiva, en primer lugar me gustaría recomendaros el artículo de Lojo-Seoane y colaboradores del año 2012, titulado “¿Previene la actividad intelectual el deterioro cognitivo? Relaciones entre reserva cognitiva y deterioro cognitivo ligero”. Este artículo expone de forma clara y sencilla qué ha encontrado la investigación sobre este apasionante tema y qué factores son los que ayudan a crear una buena reserva cognitiva. Creo que su lectura es recomendable no sólo para psicólogos, sino para todo aquel que esté interesado en el tema. La referencia es: Lojo-Seoane, C., Facal, D., & Juncos-Rabadán, O. (2012). ¿Previene la actividad intelectual el deterioro cognitivo? Relaciones entre reserva cognitiva y deterioro cognitivo ligero. Revista Española de Geriatría y Gerontología, 47(6), 270-278. https://doi.org/10.1016/j.regg.2012.02.006

Aquí os dejo un enlace donde podéis encontrar el texto.

 

Mi segunda recomendación es una película del año 2011 “El exótico hotel Marigold”. Esta cinta, de producción británica, cuenta con maestros de la interpretación como Maggie Smith, Bill Nighy o Tom Wilkinson. En clave de humor esta película nos introduce en temas que están totalmente de actualidad como el cuidado de las personas ancianas (especialmente aquellas que no tienen familia), la globalización y la externalización de servicios, la monetarización de los cuidados, etc.También trata temas que desde que el hombre es hombre ocupan nuestra reflexión, el paso del tiempo, la muerte, el amor, la amistad… Esta cinta nos permite además, ver las diferencias entre los cuidados y las relaciones familiares entre los mediterráneos y los sajones.

Espero que ambas recomendaciones sean de vuestro interés.