Envejecimiento primario vs. secundario

Empezamos el año abordando una cuestión que a veces resulta compleja: ¿de qué hablamos cuando nos referimos al envejecimiento primario y secundario?

El envejecimiento primario es aquel que responde al paso del tiempo. Por tanto, tiene una base biológica y acontece en todos los seres vivos (desde plantas a animales). Este envejecimiento hace referencia al efecto que tiene el transcurrir del tiempo sobre los organismos vivos. Actualmente, se habla de la genética como la responsable del mismo.

El envejecimiento secundario es el que responde a los efectos de la conducta y el ambiente sobre el organismo. Quizá resulta más complejo de entender, pero creo que la siguiente fotografía, vía The Guardian, puede ejemplificarlo a la perfección:

Este hombre pasó 28 años trabajando con un camión de reparto. Si nos fijamos vemos claras diferencias entre el lado derecho y el izquierdo de su rostro. El lado derecho parece mucho más joven puesto que sobre él ha incidido menos la luz solar. En el lado izquierdo del rostro podemos observar el efecto de la radiación solar en la piel y cómo contribuye al envejecimiento secundario de la misma.

¿Por qué es importante diferenciar entre ambos tipos de envejecimiento? Resulta crucial porque mucha gente cree que la ancianidad es un periodo de enfermedad, decaimiento, pérdidas cognitivas, etc. debido al hecho en sí de envejecer. Sin embargo, en muchas ocasiones, estos problemas de salud no provienen del mero paso del tiempo, sino del estilo de vida de la persona. Vaya, que si el cuerpo las hace, el cuerpo las paga. Por eso es fundamental cuidarse durante todo el ciclo vital, no sólo para gozar de buena salud en ese momento concreto, sino para prevenir problemas evitables durante la ancianidad. Pensemos que si la simple exposición a la luz puede acentuar de forma tan notoria el envejecimiento, otros hábitos como el tabaquismo, el consumo de alcohol, mala alimentación, sedentarismo, mala higiene del sueño, etc., no sólo tendrán repercusiones estéticas, sino que tendrán consecuencias sobre nuestro estado de salud general, influyendo tanto en la esperanza de vida como en la calidad de esta.

Acordaos de esta foto cada vez que sintáis que no os estáis cuidando lo suficiente y recordad que la salud es tan valiosa que no se puede comprar.

Podcast Convivir en Igualdade 2 de Junio de 2016: Profesionales socio-sanitarios

Semanalmente, Pilar Ónega, representante de Personas WIP, participa en el programa de Radio Galega «Convivir en Igualdade». Este verano me invitaron a colaraborar en uno de los programas hablando sobre productos que se emplean en la estimulación cognitiva, aquí os dejo el podcast:

 


 

 

 

Reivindicando la vejez

El mundo que nos rodea es muy complejo. Si nuestro cerebro tuviese que procesar toda la información que percibe, se vería colapsado. Pensemos que mientras leemos este texto, nuestro cerebro realiza muchas operaciones a la vez: por un lado, procesar lo que está leyendo de forma consciente, además, somos capaces de escuchar qué sucede a nuestro alrededor, procesar ideas que cruzan nuestra mente (y que no tienen por qué estar relacionadas); por otro lado, de forma automática, mantiene la postura corporal, la temperatura, la respiración, el latido del corazón, libera hormonas y neurotransmisores y hasta es capaz de avisarnos de que en breve tendremos mucha hambre, entre otras muchas cosas. Por ello, desarrollamos “trucos” o “atajos” mentales que nos sirven para simplificar la realidad que nos rodea y poder procesar la información de una forma más efectiva. Uno de estos atajos son los estereotipos. Los estereotipos son simplificaciones que hacemos en relación a los individuos. Los categorizamos, juzgamos y etiquetamos en función de unas pocas características (su raza, credo, orientación política, país de procedencia, etc.); atribuyéndoles rasgos que creemos comunes a ese grupo. Todos, en mayor o menor medida, empleamos estereotipos (aunque es cierto que podemos intentar ser críticos e procurar ser más justos con las personas que tenemos delante).

Los estereotipos sobre las personas mayores son curiosos. Me gusta simplificarlos en “o son dependientes o juegan al golf”. Sobre la ancianidad existen muchísimos mitos y prejuicios, pero quizá los más extendidos se puedan agrupar bajo estos dos. Vemos a las personas mayores como dependientes, enfermas, inválidas e incapaces de tomar decisiones por sí mismas o personas despreocupadas, sin ningún tipo de atadura o problema, que pasa lo que son los años dorados de su vida en largas partidas de golf. Basta pasarse por la puerta de un colegio para ver que estos estereotipos no parecen adaptar a los cientos de abuelos (casi se merecen el título de superabuelos) que siguen dando el callo por su familia; ayudando a sus hijos con la crianza de la siguiente generación o siendo el sustento económico familiar en estos momentos de dura crisis. Si algo tengo claro de mi trabajo con mayores es que no existen dos personas iguales. Cuando se ha estado toda su vida practicando cómo ser uno mismo es difícil parecernos a otro. Por todo esto, estaría bien que empezásemos a abrir un poco la mente sobre nuestra visión de las personas mayores, la ancianidad y el proceso de envejecimiento. Quizá la diversidad que encontramos nos asombre. Quizá empecemos a entender y aprehender que llegar a anciano significa no morir antes de tiempo, ser testigo de primera mano de todos los cambios que un ser humano puede experimentar; que la edad nos da sabiduría, perspectiva y, sobre todo, la capacidad de relativizar. El día que entendamos y asumamos estas ideas básicas empezaremos a tratar con más respeto a nuestros mayores y a ver la ancianidad como otra etapa más de la vida, una etapa que merece la pena conocer.

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Por eso, este blog pretende ser una pequeña ventana para que todos podamos asomarnos al mundo de la ancianidad, desde los profesionales que cada día trabajamos en el sector a los familiares, pasando por supuesto por los propios protagonistas: los mayores.