Recomendación noviembre

En el último día del mes y con las Navidades a la vuelta de la equina, la recomendación que hoy os traigo es una idea para regalar a una persona mayor.

En mi experiencia personal y laboral, he visto lo complicado que resulta a veces encontrar materiales con un buen soporte para personas mayores. Por ejemplo, muchos libros tienen una letra muy pequeña, páginas satinadas que dificultan la lectura, libros excesivamente pesados y difíciles de manejar, etc. Uno de los materiales que más dificultades presenta para las personas mayores son los atlas de geografía: información que resulta irrelevante y distractora (por ejemplo, cuando se superponen accidetentes geográficos a mapas políticos, lo que hace que la imagen aparezca muy cargada y sea difícil de procesar visualmente), poco contraste entre los colores elegidos y el fondo, letras de tamaño y fuente poco adecuada, tener un tamaño grande y ser pesados, no contar con información que resulta relevante para el mayor (por ejemplo, la orografía de su comarca) pero sí otra que le resulta irrelevante (banderas, símbolos náuticos, etc.).

Así pues, la idea sería confeccionar nuestro propio atlas geográfico. Para ello, podemos buscar mapas que tengan una buena resolución y que contengan la información necesaria de un modo claro y ordenado. Además, podremos elegir qué mapas incluir, en función de los intereses y gustos del mayor. Una vez tenemos los mapas, podemos incluso añadir antes de cada uno de ellos una pequeña información (que podemos extraer de Wikipedia, por ejemplo) que resulte relevante. La impresión se puede realizar tanto a tamaño A4 como en un tamaño mayor, ya que al ser pocos mapas no resultará pesado. Lo ideal es encuardenarlo con espiral y tapas blandas, que no sumarán peso.

Este regalo, además de ser útil, permite realizar muchos ejercicios de estimulación cognitiva, desde repasar la geografía a buscar cómo ha cambiado el mundo en los últimos años, para lo que se pueden incluso incorporar mapas con fronteras antiguas para ver los cambios.

Como veis, es un trabajo sencillo, que no lleva más de unas pocas horas de búsqueda y con una maquetación simple que podemos realizar a nada que manejemos un poco los paquetes ofimáticos. Espero que os guste.

Soy fea porque soy mayor

Perdonad este titular tan horrible como falso, pero es una frase que he oído en demasiadas ocasiones, así que he decidido tratar de desmentirla en la medida de lo posible.

La creencia de que las personas mayores no son guapas o atractivas está muy extendida, no sólo entre la población general, sino también entre los propios mayores, lo que la hace si cabe aún más dañina y perniciosa. Nuestros padres, madres, abuelos y abuelas se sienten feos. Y, al menos a mí, es algo que me entristece enormemente.

Realmente, en la actualidad, mucha gente siente que no encaja en los cánones estéticos establecidos. No es algo inherente a la edad mayor, pero es cierto que la sensación de no encajar se puede acentuar durante el proceso de envejecimiento. Al fin y al cabo, la idea de que la juventud es belleza está muy extendido. Y hablamos de juventud muy joven porque a los 30 ya hay quien hace uso de la cirugía estética y a esas edades las modelos y actrices se consideran “maduras”.

La mayoría de personas mayores se adapta a su cuerpo conforme va cambiando, pero el proceso puede hacerse duro. El titular de este artículo usa deliberadamente la forma femenina, pues la dictadura de la imagen suele ser más estricta con las mujeres, independientemente de la edad. Sin embargo, no podemos pensar que a los hombres no les preocupe o afecte, pues caeríamos en un error notorio. La calvicie, por ejemplo, es algo que afecta en la autoestima de muchos hombres jóvenes, de mediana y avanzada edad.

Es difícil lanzar un mensaje optimista y esperanzador cuando en cualquier anuncio habrá una potente imagen con gente guapísima y jovencísima queriendo convencernos de que la vida será mejor, más fácil, más plena y más bella si compramos el producto que anuncian. Pero entender que la vida tiene ciertas fases, y que nuestra apariencia física se transforma en cada una de ellas, es importante para gozar de una buena salud mental. La imagen, como parte de la autoestima, es importante. Pero para tener una autoimagen sana, las expectativas que tenemos sobre nuestro aspecto deben ser realistas. Además, es crucial (y esto a cualquier edad) que la autoestima no solo se base en nuestra imagen, por lo que hay que cultivar otras facetas de nosotros que nos ayuden a sentirnos a gusto con quienes somos.

Aunque a hombres y mujeres les preocupe su apariencia física, se pueden encontrar diferencias en los aspectos concretos. Muchos hombres tienen problemas para aceptar la calvicie, el aumento del perímetro abdominal o la falta de fuerza física. Las mujeres suelen centrarse más en aspectos como canas y arrugas. Pero la belleza, en el fondo, no es lo que nos dicen las revistas que debemos ser. La belleza no es solo tener 20 años y ser muy alta y muy delgada. La belleza es algo subjetivo. Por eso, subjetivamente reconozco, que hay muchas personas ancianas que me parecen realmente guapas, con sus marcas del paso del tiempo incluidas. Porque una mirada dulce, una sonrisa sincera son cosas que se mantienen de por vida. Y, si me lo permitís, aprovecho para dedicarle esta entrada a dos mujeres mayores que son guapísimas y a las que quiero mucho, mis abuelas, que sé que me leen.

Cómo mejorar la concentración

La semana pasada comentábamos sencillos juegos y ejercicios que se pueden llevar a cabo para mejorar la fluidez del lenguaje. Hoy vamos a centrarnos en otra capacidad de la que también se quejan mucho las personas a medida que cumplen años: la capacidad de concentrarse.

Lo que comúnmente llamamos concentración se denomina en psicología atención sostenida; es decir, es la capacidad de focalizar nuestra atención en un estímulo externo (una lectura, por ejemplo) o interno (operaciones de cálculo mental, por ejemplo) durante un periodo más o menos prolongado de tiempo. La falta de concentración se traduce en despistes, santos viajando al cielo (cántas veces no decimos que se nos ha ido el santo al cielo o que hemos perdido el hilo), problemas para retener información, etc.

La concentración se puede ver afectada por diversos tratamientos farmacológicos, así como por estados de ánimo alterados (tanto por nerviosismo como por tristeza), la falta de alimento, la deshidratación, la falta de sueño o el cansancio. Sin embargo, la falta de entrenamiento también puede influir en el descenso del rendimiento de esta habilidad. Si sentimos que nuestra concentración está mermando es importante que revisemos nuestras rutinas, para poder detectar si estamos descansando lo suficiente, si estamos estresados o si alguna preocupación que nos ronda la cabeza consume todos nuestros recursos atencionales.

Algunos pasatiempos y ejercicios sencillos que podemos realizar para mantener nuestra concentración en buena forma son los siguientes:

-Los pasatiempos como las sopas de letras o la búsqueda de diferencias ayudan a focalizar nuestra atención y, al tener que mantenerla por un periodo más o menos largo de tiempo, trabajan nuestra capacidad de concentración.

-Otros juegos, como las cartas o el dominó, también son útiles en este sentido, ya que lo normal es establecer una estrategia de juego y, para llevarla a cabo, debemos concentrarnos en las jugadas que se van realizando.

-El ajedrez requiere de una elevadísima concentración, ya que hay que ir previendo jugadas y anticipando los movimientos del rival.

-La lectura y la escritura también ayudan a focalizar y mantener la atención; eso sí, la escritura debe ser manual.

-El cálculo mental es un gran ejercicio en cuanto a mantener nuestra atención concentrada, siendo muy beneficioso para aumentar el rendimiento de esta capacidad.

-Las labores (tricote, ganchillo, croché, marquetería, etc.) también ayudan a trabajar esta habilidad mental.

-Algunos videojuegos (algunos tan clásicos y entrañables como el Tetris) nos permiten estimular esta capacidad.

-Actividades como la meditación o la relajación, al disminuir el nivel de estrés que sentimos, ayudan a aumentar nuestra capacidad de concentración.

Un último apunte, aunque estos pasatiempos y juegos se proponen para aumentar la concentración hay que tener en cuenta que también estimulan y trabajan otras habilidades mentales (rastreo visual, capacidad lingüística, cálculo, planificación de estrategias, etc.) por lo que no sólo resultarán beneficiosos para esta área concreta, también lo será para otras.

Cómo mejorar la fluidez del lenguaje

En una serie de artículos anteriores abordamos el concepto de reserva cognitiva y cómo aumentarla con consejos generales.

En el post de hoy vamos a tratar de explicar de un modo sencillo cómo mejorar la fluencia lingüística (es decir, que el habla sea fluida, sin atascarse y sin que se produzca el fenómeno de la punta de la lengua que ya hemos tratado también).

Una de las principales quejas de las personas conforme envejecen es que el fenómeno de la punta de la lengua acontece con mayor frecuencia. Es decir, que al hablar no salen las palabras con facilidad, especialmente los nombres. Esta dificultad suele crear mucho malestar, frustración e incluso preocupación por si se trata del primer síntoma de un problema cognitivo. Sin embargo, en la mayor parte de los casos se trata de un síntoma benigno del paso del tiempo (es decir, que no conlleva una patología). Aun con todo, al resultar tan molesto, resulta recomendable tratar de reducir su aparición:

-Resulta recomendable evitar el uso de las palabras “comodín” (eso, cosa, él, por ejemplo) ya que luego constará más encontrar el nombre que buscamos. Es mucho mejor tratar de usar las palabras correctas y precisas. No diremos “pásame la cosa de ella que está allí”, deberíamos decir “pásame el paraguas de Andrea que está en la mesa”.

-Todos aquellos juegos que se basen en el uso del lenguaje son aconsejables, desde el clásico juego del ahorcado, pasando por el scattergories, el scrabble, hasta juegos apps como el apalabrados.

– Los clásicos pasatiempos (como crucigramas o autodefinidos) también ayudan a conservar la fluidez de nuestra habla.

– Es aconsejable tratar de aumentar y emplear nuestro vocabulario. Buscar palabras en el diccionario y después tratar de emplearlas habitualmente es una forma sencilla de lograrlo.

-Aquellas personas que conocen dos o más idiomas (aunque no sean bilingúes) tienen una potente herramienta a su favor, emplear los idiomas que conocen (tanto a nivel oral como escrito) ayudará a mantener la fluencia lingüística.

– Por supuesto, la lectura y la escritura no pueden faltar como consejos a la hora de mantener nuestro lenguaje en forma.

– Se pueden realizar sencillos ejercicios a modo de juegos; por ejemplo, formar todas las palabras que podamos con unas determinadas letras, buscar palabras que comiencen por un determinado fonema o palabras que estén relacionadas con una categoría semántica dada (cosas que hay en un autobús, por ejemplo).

Por último, en caso de que la falta de fluidez lingüística sea muy notoria y/o molesta, se recomienda realizar una valoración (con el fin de determinar si es algo que entra dentro de lo habitual o bien nos hallamos ante un problema mayor) además de una asesoría personalizada sobre cómo mejorar y mantener esta capacidad.