Sistema nervioso y envejecimiento: el fenómeno de la punta de la lengua

¿Cuántas veces hemos intentado decir el nombre de un objeto o de una persona y no hemos sido capaces? En esos momentos es muy posible que podamos dar una descripción precisa de lo que queremos nombrar, sabemos que conocemos ese nombre, incluso podemos tener la “intuición” de que empieza por un determinado sonido. Sin embargo, nos quedamos con la mente en blanco y la palabra que deseamos nombrar parece quedar atrapada en la punta de la lengua.

Curiosamente, este fenómeno recibe precisamente ese nombre (fenómeno de la punta de la lengua), y es algo que ocurre a todas las edades. Sin embargo, se hace más notorio a medida que aumenta la edad. Además, cuanto mayor es la persona que lo sufre normalmente más preocupación suele causarle ya que solemos asociarlo con un problema de memoria. Sin embargo, este fenómeno es común entre las personas mayores de 60 años.

Hay que tener en cuenta que las personas adultas disponemos de muchas palabras en nuestro vocabulario. Existen diversos estudios que tratan de cifrar el número de palabras que conocemos (distinto al número de palabras que usamos con cierta cotidianeidad), sin perder de vista diferentes variables como el nivel cultural, la profesión, los años de escolarización, etc. En general, se puede decir que una persona adulta con una educación media conoce más de diez mil palabras. Teniendo presente ese gran número de palabras almacenadas en nuestra cabeza, lo que parece más extraño es que seamos capaces de encontrar la palabra que buscamos en cada situación de forma rápida y exacta. Además, hay que pensar que el vocabulario que poseemos suele aumentar conforme nos vamos haciendo mayores, puesto que más habremos leído, escuchado, escrito y, en definitiva, usado el lenguaje.

Como decíamos al principio, el fenómeno de la punta de la lengua puede observarse a cualquier edad, aunque se da con mayor frecuencia entre las personas mayores, puesto que el envejecimiento del sistema nervioso hace más común que se presente. Conforme nos hacemos ancianos en más ocasiones nos quedamos con la palabra a medias. Se ha vinculado un aumento del efecto punta de la lengua con atrofia de la sustancia gris en la ínsula izquierda (un área que está vinculada a la producción fonológica). No hay que confundir el fenómeno de la punta de la lengua (algo común entre toda la población, aunque se pueda observar más en las personas mayores) con otros problemas del lenguaje como la anomia o las afasias (que pueden ser fruto de diversas patologías, como ictus).

Para evitar que este proceso del envejecimiento tenga un impacto mayor en nuestra ancianidad es bueno tratar de prevenirlo. Igual que hacemos ejercicio o comemos sano con el ánimo de que nuestro cuerpo también lo esté, es importante cuidar nuestra mente para que envejezca de una forma saludable. Así, trabajar desde edades tempranas (como es la mediana edad) para mantener nuestro lenguaje y memoria en un buen nivel de desempeño es algo recomendable. Hay múltiples actividades relacionadas con el lenguaje que son positivas: leer (no solo en voz baja, también en voz alta) y escribir (tanto empleando un ordenador como a mano) serían dos buenos ejemplo, ya que la lectura y la escritura mantienen nuestro vocabulario activo (además de podernos ayudar a adquirir nuevo). También es recomendable evitar muletillas, frases hechas y palabras “comodín” (eso, ella, aquel, cosa, etc.) cuando hablamos. Frases como “pásame la cosa esa” no ayudan a que nuestro lenguaje se mantenga en forma. Por eso, es bueno tratar de ser precisos y usar las palabras exactas, para evitar acostumbrarnos al uso limitado del lenguaje (sino cuando queramos encontrar una palabra concreta lo tendremos más difícil).

Otras  actividades como las sopa de letras, los crucigramas, las definiciones o adivinanzas ayudarán a mantener nuestro lenguaje activo. Además, cada vez se ofertan más cursos y clases de estimulación cognitiva (muchas veces conocidos como “clases de memoria”) que pueden ayudar a prevenir este problema o, en caso de que sea muy habitual y resulte molesto, a tratar de disminuir el impacto que causa en el día a día.

Es aconsejable que si la persona nota un impacto muy molesto sobre su vida o nota que de un tiempo a esta parte le ocurre con mucha asiduidad consulte con el médico; en ocasiones hay factores concomitantes (como problemas de sueño, estados de ánimo alterados, ciertas patologías o medicaciones) que puede agravar el hecho. Por otro lado, el facultativo podrá examinar al paciente y descartar problemas mayores.

En cualquier caso, es recomendable que desde antes de llegar a una edad avanzada, nos preparemos para poder disfrutar de una ancianidad lo más sana, activa e independiente posible. Esto incluye trabajar todo lo posible para que nuestra mente se mantenga en plena forma.

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