Sexualidad en la tercera edad

Hay ciertas facetas que nos acompañan desde el momento del nacimiento hasta la muerte. Una de ellas es la sexualidad. Si bien el siglo XX fue el siglo de la revolución sexual, quedan aún muchos tabúes y mitos por derribar. Uno de ellos, sin lugar a dudas, es la sexualidad durante la ancianidad.

Gran parte de la población piensa, erróneamente, que las personas mayores no tienen deseo sexual o no disfrutan por igual del sexo. Si bien la sexualidad es diferente en las distintas etapas que una persona atraviesa a lo largo de su vida, siempre está presente. Dicho de otro modo, puede que a los 80 no haya la misma elasticidad que a los 20, pero sí puede haber el mismo deseo.

El envejecimiento sano lleva parejo una serie de cambios que afectan directamente a la vida sexual de las personas. El primero que nos puede venir a la mente, por ser el más obvio, es la menopausia, ya que a partir de este momento, las mujeres no pueden quedar embarazadas. Además de los cambios puramente físicos (puede aparecer menor lubricación, menor elasticidad de las paredes vaginales, disminución del deseo sexual por motivos hormonales, etc.) hay que pensar que este proceso tiene un impacto psicológico en las mujeres que lo viven. Algunas pueden verse liberadas del miedo a un embarazo no deseado, lo que puede llevar a que tengan una actitud más relajada y positiva frente al sexo. Otras, sin embargo, pueden sentirse menos atractivas o menos a gusto con su cuerpo, lo que les puede causar una disminución del deseo sexual. En cuanto a los hombres, deberemos hablar de la andropausia, una especie de menopausia masculina debido a los cambios hormonales, entre ellos los cambios de la testosterona. Obviamente, es más difícil poder marcar su presencia, puesto que no se cuenta con indicadores tan claros como en las mujeres. Sin embargo, al aumentar la edad algunos hombres tienen dificultades para lograr y mantener la erección, problemas para alcanzar el orgasmo o puede ocurrir que lo tengan precozmente, disminución de la libido, etc.

A los factores debidos exclusivamente al envejecimiento debemos sumar el impacto que ciertas patologías (como la depresión, problemas reumatoides, problemas de movilidad, etc.) o el consumo de medicamentos tienen en las relacionas sexuales durante la vejez. Además, el factor social es importante y puede tener repercusiones negativas. Muchas personas mayores son viudas o se encuentran en situación de aislamiento. Por otro lado, la sexualidad en la tercera edad continua siendo una mezcla entre tabú y motivo de mofa en la sociedad, lo que hace que algunas personas mayores se sientan coartadas a la hora de buscar pareja, por ejemplo.

Aun con todo, debemos tener presente que la mayoría de problemas físicos y psicológicos que pueden surgir a causa del envejecimiento cuentan con algún tipo de abordaje terapéutico. Desde el uso de lubricantes a técnicas de control de la eyaculación, disponemos de un gran abanico de ayudas que se traducen en una mayor salud y disfrute sexual. Por supuesto, todo el mundo pensará también en fármacos que se han desarrollado para poder lograr y mantener la erección.

Uno de los problemas más graves en relación a la sexualidad en la tercera edad es el hecho de que las personas que en este momento son ancianas crecieron sin apenas educación sexual. Esto provoca que mantengan conductas negativas hacia el sexo o tengan creencias erróneas. Sin ir más lejos, el uso del preservativo es algo a lo que muchos mayores no están acostumbrados, ni tan siquiera familiarizados. Porque si bien el riesgo de embarazo puede no estar presente, las enfermedades de trasmisión sexual no entienden de edad. Tampoco es raro encontrarse con mujeres mayores que han tenido una vida sexual bastante reprimida e insatisfactoria, debido a la educación que recibieron, y que se muestren reacias a cualquier tipo de consideración sexual.

Por otro lado, no debemos entender la sexualidad sólo como el mero coito. El sexo puede representar mucho más que un mero intercambio de fluidos satisfactorio. Es una forma de mostrar afecto, intimidad, compromiso, ternura, etc. Muchas personas mayores que viven en pareja dicen tener encuentros sexuales plenamente satisfactorios pero que son diferentes a los que tenían en edades más tempranas. El sexo puede no girar tanto en torno a la penetración o consecución del orgasmo y estar más centrado en la ternura, las caricias, besos o abrazos.

Es importante que la sociedad en general y, especialmente, los profesionales que trabajamos con personas mayores, dejemos atrás conductas paternalistas, en las que creemos que los mayores no tienen deseo, no sienten necesidades sexuales o no disfrutan de ellas, para poder abordar el tema con naturalidad, proporcionando la información adecuada y mostrando el respeto debido.

Las personas mayores deben sentirse libres de explorar y disfrutar de su sexualidad beneficiándose del derecho a la libertad y a la educación que cualquier ciudadano posee.

 

El chantaje emocional II

En la entrada anterior hablamos de qué es el chantaje emocional y algunos ejemplos de cómo puede manifestarse en el entorno comunicativo de las personas mayores. En el artículo de hoy trataremos de desglosar una serie de pistas para detectar este tipo de comunicación perniciosa, así como dar alguna idea para su manejo de una forma más funcional.

Cuando en una relación (familiar, conyugal, amistosa, etc.) una de las partes siente que debe plegarse siempre a los deseos del otro, puesto que en caso contrario será objeto de reproches y comentarios destinados a hacerle sentir mal; cuando se observa que una de las partes apela constantemente a motivos emocionales y no tanto racionales para expresar sus demandas y necesidades; cuando cedemos a llevar a cabo conductas que no queremos realizar y nos sentimos mal tanto si lo hacemos como si no lo hacemos, es posible que estemos ante un chantaje emocional.

En estas circunstancias, puede ser positivo pedir la opinión de un tercero neutral que juzgue si las demandas de la otra persona son lógicas, y somos nosotros los que no nos estamos comportando correctamente o no estamos entendiendo el origen de las mismas, o si son abusivas y no tienen fundamento, siendo  lógico que nos creen malestar.

Una vez que somos conscientes de que estamos siendo chantajeados emocionalmente, es importante, en primer lugar, no dejarse llevar ni por el enfado ni por sensaciones como la culpa. Es fundamental tratar de poner atención en la comunicación para detectar las demandas abusivas así como las argumentaciones chantajistas que las acompañan, para poder hacerlas explícitas y comunicarle a nuestro interlocutor que consideramos injusta la petición o la conducta de apelar a emociones negativas para conseguir sus deseos. Es fundamental guardar la calma y no entrar en la rueda de los reproches; simplemente hacerlo saber de una forma calmada, serena, pacífica y conciliadora. Puede ocurrir que la persona que realiza el chantaje no sea consciente de ello, ya que puede suceder que tenga ese tipo de comunicación instaurada como hábito o porque al tener muchos deseos de que ocurra lo que demanda, se deje llevar y aluda a motivos no racionales. El hecho de expresarle de un modo tranquilo, conciliador y dialogante que creemos que sus peticiones no pueden ser satisfechas y que el hecho de aludir a emociones negativas solo consigue aumentar nuestro malestar, puede servir para que la persona desista en usar ese tipo de comunicación. Expresar cómo nos sentimos cuando somos víctimas del chantaje también es importante.

Puede ocurrir que seamos nosotros los que estamos empleando este tipo de comunicación sin ser conscientes de ello. En este caso, si alguien nos señala que así lo estamos haciendo, es bueno que tratemos de meditar sobre ello, tratando de ser justos con nuestro interlocutor y no enrocándonos en nuestras posiciones o peticiones, ya que podrían estar siendo injustas.

La comunicación asertiva, de la que hablaremos con más calma en una futura entrada, aquella que busca expresar las necesidades y deseos de un modo racional y sin dañar a otros, es una buena arma para luchar contra este tipo de conductas perniciosas que afectan negativamente tanto a quien las realiza como a la persona a la que van dirigidas.

Recomendación Marzo

Ahora que termina el mes de marzo y en víspera del puente de Semana Santa, os dejo las dos recomendaciones de este mes.

En primer lugar, me gustaría realizar una recomendación dirigida a profesionales que trabajan con personas con daño cerebral adquirido (con independencia de su edad) que padecen alteraciones del lenguaje. Se trata del libro “Manual de la Afasia y de Terapia de la Afasia” de Nancy Helm-Estrabrooks y Martin L. Albert. Esta obra es muy completa en cuanto al abordaje teórico de la afasia y además presenta de un modo muy claro la terapia que se podría desarrollar en cada caso. Además, incluye capítulos donde se explica cómo debería ser un examen neurológico, el examen informal (que muchas veces es de gran utilidad y al único que se tiene acceso debido al estado general del paciente, que no puede completar pruebas estandarizadas) y el propio examen cognitivo. En el libro además de toda la información se incluyen figuras ilustrativas donde, por ejemplo, se pueden observar diferentes formas de agrafías o fenómenos como la perseveración.

La segunda recomendación que os traigo es que os cojáis tres minutos para disfrutar de la obra de Concha García Zaera (aquí tenéis el link a su Instagram). Esta artista casi nonagenaria se ha vuelto un fenómeno viral en las últimas semanas, ilustrando a la perfección que el talento no es algo reñido con la edad, así como que cuando hay ganas de aprender, permanecemos activos y autodesarrollándonos. Esta mujer pinta empleando el programa paint ya que tuvo que dejar sus clases de pintura en el centro de mayores y en casa no podía debido al olor que desprendían las pinturas.  Espero que disfrutéis de la obra de esta artista, podéis leer más sobre ella en su entrada de la Wikipedia.

Espero que ambas recomendaciones os resulten interesantes.

El chantaje emocional I

Comúnmente, llamamos chantaje emocional a un tipo de comunicación que se basa en la manipulación de una persona hacia otra en base a emociones que pueden resultar negativas, como puede ser la sensación de deuda, la culpa, el miedo, etc. e incluso abusando de otras positivas como la gratitud o la compasión. En este sentido, una persona aludiría a este tipo de emociones para manipular la conducta de su interlocutor y así obtener lo que quiere de él aun cuando el chantajeado no esté conforme con sus peticiones.

Habitualmente, las personas que emplean el chantaje emocional para conseguir manipular a otros aluden a desagravios reales o figurados, deudas morales, deberes, obligaciones, favores pasados o tratan de apelar a la compasión y la lástima. Esto provoca que el interlocutor tenga una sensación desagradable y, para resolverla o disminuirla, termine haciendo lo que el chantajista ha solicitado, con el fin de sentirse mejor, aunque no esté de acuerdo con lo que hace (y acatar las peticiones también le pueda causar malestar).

En las relaciones con las personas mayores, como en las de cualquier otro grupo poblacional, se puede observar este tipo de comportamientos, tanto de los ancianos a su entorno como al contrario. En el primer caso, se da cuando el anciano hace sentir culpable, desagradecido, pasota, etc. a alguien de su entorno con el objetivo de conseguir algo de esa persona (normalmente, que realice una acción que no quiere llevar a cabo). Algunos cuidadores y familiares de personas mayores expresan su malestar por este tipo de comportamientos ya que producen tensión y angustia. En estos casos, ante su negativa de hacer algo, la persona anciana echaría en cara situaciones del pasado, abusos o injusticias, apelaría a lazos familiares, obligación moral, antiguos favores no cobrados, etc. consiguiendo así que el interlocutor se vea forzado a ceder ante la petición del mayor con tal de disminuir el malestar que siente.

Sin embargo, los ancianos también pueden ser víctimas de este comportamiento negativo. Por ejemplo, puede ocurrir que algunos familiares apelen al parentesco, los vínculos de sangre, la obligación de cuidar de “los suyos”, etc. para conseguir ayuda económica. Otro ejemplo sería cuando se hace una lista detallada de las supuestas molestias que pueda causar el anciano para así solicitarle algún tipo de contraprestación o favor, con la que el anciano no está en principio de acuerdo. Obviamente, esto hace sentir mal a la persona mayor, que claudicaría ante las peticiones de su interlocutor, aunque sean abusivas o desmedidas y pudiéndole hacer sentir frágil e indefenso.

El chantaje emocional es un tipo de comunicación perniciosa, puesto que, si bien puede servir para conseguir que otros hagan lo que queremos, genera malestar y frustración en nuestros interlocutores, por lo que, a la larga la relación se puede enranciar e incluso romper; además, se crean dinámicas negativas tanto en la comunicación como en las emociones de las personas implicadas.

El primer paso para evitar esta conducta es ser conscientes de que la estamos llevando a cabo o bien de que la están empleando para manipularnos; ya que una vez identificada es más fácil poder manejarla y contrarrestarla de una forma racional, asertiva y que resulte positiva para todas las personas involucradas.

Recomendación febrero

Ya terminado el mes de febrero, os acercamos dos recomendaciones.

En primer lugar, me gustaría recomendaros el manual de estimulación cognitiva desarrollado por los equipos de Alzheimer Centre Educacional y de la Fundació ACE, Institut Català de Neurociències Aplicades, llamado «Volver a empezar». En él se recogen ideas para diferentes actividades de psicoestimulación en personas que manifiestan algún grado de deterioro cognitivo. Al inicio del manual aparece una pequeña guía sobre las fases asociadas a la demencia de tipo alzheimer; así como una breve explicación de cada una de las habilidades mentales, lo que permite una mayor comprensión de la actividad a realizar además de dar pistas sobre cómo se puede adaptar en cada caso.

La segunda recomendación se trata de la película argentina del 2001 «El hijo de la novia». Esta comedia nos permite acercarnos al día a día de los familiares de los pacientes de enfermedad de alzheimer. Si bien el hilo narrativo de la película gira en torno a un hecho poco corriente, sí permite vislumbrar aspectos de la vida familiar que quedan afectados ante la presencia de esta patología.

Esperamos que ambas recomendaciones sean de vuestro interés.

 

Incontinencia urinaria

En algún momento de nuestra vida todos hemos pasado por situaciones incómodas: que se nos vea la ropa interior, estornudar con tan mala suerte de expulsar mucosidad, eructar sin pretenderlo, etc. No es necesario ahondar mucho porque, como digo, todos tenemos al menos un momento incómodo que podríamos contar.

Los estudios varían, pero señalan que entre el 30 y el 50% de la población  mayor de 65 años presenta un problema de incontinencia urinaria (siendo coincidentes en señalar que este problema afecta más a mujeres que a hombres). Las causas son variadas, desde problemas fisiológicos a efectos secundarios de diversas medicaciones. En todos los casos es importante abordar el problema con el médico, quién podrá establecer qué patrón terapéutico es más apropiado (existen diferentes intervenciones para este problema).

Además de ser un problema médico, es un tema espinoso del que apenas se habla y que causa un gran malestar entre las personas que lo padecen, llegando a ocasiones problemas psicológicos como retraimiento social, aislamiento, ansiedad, etc. Por ello es importante que los profesionales sanitarios conciencien y sensibilicen sobre el problema a la población general. Como decíamos antes, existen múltiples tratamientos, además de sistemas que pueden ayudar a manejar el problema (como ropa adaptada que absorve las pérdidas y cuyo aspecto es discreto y cómodo). Pero mientras se produce la mejoría, la situación es muy violenta para quién la padece. Uno de los principales motivos por los que las personas mayores acortan o reducen el número de salidas al exterior del domicilio es el miedo a sufrir una pérdida de orina. Esto les limita a la hora de realizar sus actividades cotidianas y en el desarrollo normal de las relaciones sociales. Para una persona adulta, que hace años que domina su cuerpo, sufrir una situación así puede resultar vergonzoso, humillante, agobiante, frustrante…

Existen una serie de pautas que pueden ayudar a manejar este problema fuera del domicilio. Por ejemplo, acordarse siempre de ir al baño antes de salir de casa (que algo tan básico, a veces con las prisas, puede no realizarse), llevar ropa que facilite el desvestirse rápido (no llevar botones pequeños, ni cierres de difícil manejo, sustituir los pantis por medias, usar cintura elástica en lugar de cinturón, etc.), cuando se vaya a un lugar nuevo localizar los lavabos antes de necesitarlos o llevar una muda en el bolso son cosas que ayudan a ganar tiempo y a hacer frente al problema fuera del hogar.

Otro peligro asociado a la incontinencia urinaria es que la persona afectada decida beber menos cantidad de líquido, a fin de no tener ganas de orinar. Esto puede resultar peligroso ya que, en muchas ocasiones, las personas mayores tienen la sensación de sed atenuada, lo que les lleva a beber menos. Si a esto añadimos que conscientemente se prive de beber, se puede dar como resultado la deshidratación.

Por último, es importante que desde la sociedad nos mostremos respetuosos y comprensivos con esta situación (que no sólo afecta a personas mayores). Los chistes, las miradas reprobatorias, las recriminaciones no solo no ayudan a mejorar la situación; todo lo contrario, la empeoran. Hay que acordarse de que situaciones incómodas las hemos vivido y las viviremos todos y un poco de empatía nunca está de más.

Un breve apunte sobre alcohol y la mente

La semana pasada contábamos con la aportación del Dr. Jacinto Ramos Echániz explicando cómo debe ser el etiquetado de los productos que contienen alcohol (puedes consultar el post aquí) y qué peculiaridades encierra esta norma.

En el post de hoy abordaremos los efectos que esta sustancia tiene sobre el cerebro y la cognición. En los últimos años, debido a los resultados de algunos trabajos de investigación, se ha extendido la idea de que el consumo de alcohol puede reducir riesgos cardio-vasculares (el famoso vasito de tinto en la comida que resultaría positivo para nuestra salud). Si bien puede ser cierto que el vino tinto aporte sustancias beneficiosas, también lo es que esas sustancias podemos encontrarlas en otros alimentos que no contengan alcohol. Porque, si bien el consumo de alcohol está ampliamente extendido y aceptado a nivel social, no debemos olvidar que se trata de una droga y que tiene efectos muy perjudiciales para nuestra salud. Además, esos efectos negativos aparecen incluso en personas que no realizan un consumo abusivo del mismo, sino que también pueden aparecer en consumos moderados.

Debemos tener presente que el uso y abuso del alcohol causa perjuicio a la persona que lo consume en su salud física, psicológica y social. A nivel físico existen diversas patologías que pueden aparecer (diferentes cánceres, problemas hepáticos, problemas digestivos, etc.). Además, el entorno social de la persona que consume o abusa del alcohol también puede verse afectado, ya que está relacionado con el aumento de violencia y situaciones de maltrato. Sin embargo, nos centraremos en los efectos que el alcohol tiene a nivel psicológico. Hay que diferencias los efectos que tiene el consumo inmediatamente después de realizarlo y los efectos a largo plazo.

Entre los 5 y los 45 minutos después del consumo de alcohol se pueden sentir sus efectos, entre los que se encuentran la desinhibición (lo que aumenta la posibilidad de llevar a cabo conductas de riesgo); disminución de las capacidades cognitivas, sensoriales y motoras; pérdida de equilibrio y vértigo; pérdida de conciencia (pudiendo llegar al coma en casos de intoxicaciones muy fuertes); disminución del rendimiento sexual y alteraciones en los patrones de sueño (entre otros).

La mayoría de estos efectos se ven superados una vez el cuerpo metaboliza la sustancia; sin embargo, cuando se realiza un consumo continuado o abusivo de forma de reiterada se pueden producir daños de larga duración o permanentes, llegando a ser en algunos casos irreversibles. Entre los más destacados podemos citar la aparición de trastornos mentales (como depresión o psicosis), neuropatías, demencia alcohólica (además de agravar otras, como la demencia frontotemporal o la vascular, por ejemplo), daño cerebral adquirido, problemas de memoria y aprendizaje.

Los adultos debemos de ser capaces de cuidar de nosotros mismos. Obviamente, es imposible (o francamente difícil y aburrido) llevar una vida 100% sana, pues a todos nos gusta comer lo que no debemos o tenemos hábitos poco saludables como comer en exceso, el sedentarismo, el tabaquismo, etc. Lo importante es saber que estos hábitos son perjudiciales para nuestra salud, que pueden acarrear problemas graves y actuar en consecuencia y con responsabilidad.

Alimentos IV: el alcohol

Continuamos con la serie dedicada a los alimentos y la seguridad alimentaria de la mano del Dr. Jacinto Ramos Echániz. En la entrada de hoy nos hablará del alcohol:

La ley contempla que el grado alcohólico de los alimentos debe indicarse en forma de tanto por ciento; es decir, en 100 gramos del alimento cuántos gramos corresponden a la presencia del alcohol. Si nos fijamos en la etiqueta de una cerveza vemos que indica su grado alcohólico en tanto por ciento (por ejemplo: alc. 6’6%.) Esto significa que en 100 centímetros cúbicos esta cerveza contiene 6’6 gramos de alcohol.

Dentro de los apartados obligatorios en el etiquetado de los alimentos se encuentra la indicación del grado de alcohol, lógicamente sólo necesario en los alimentos que lo contengan; sin embargo esto que parece tan lógico y sencillo no lo es tanto.

La legislación no obliga a que las bebidas que tengan menos del 1’2% de alcohol indiquen su presencia en el etiquetado. Este 1’2%, en principio, puede parecer muy escaso y sin importancia, pero hay parte de la población que tienen totalmente contraindicado su consumo: niños, embarazadas, enfermos con patologías hepáticas, etc.; y que pueden estar consumiendo ciertas bebidas que, como no lo indican en la etiqueta,  parece que no contengan alcohol cuando este si es parte de su composición (alguna sangría, bebidas refrescantes, etc.).

Esto se agrava si en el etiquetado nos hacen indicaciones imprecisas, que podemos interpretar como que ese producto no tiene alcohol, sin ser esto verdad. La cerveza “sin” puede tener hasta 1’2% de alcohol y el elaborador no tiene obligación de informar a los consumidores. Por esto hay en el mercado bebidas que en su denominación de venta incluyen  la expresión “0’0”, en este caso no pueden tener nada de alcohol.

En las bebidas alcohólicas que contienen más de 1’2 % de alcohol tampoco es obligatorio la lista de ingredientes que componen la bebida. En caso de que contenga alguna sustancia que pueda producir alergias o intolerancias (este apartado del etiquetado se explicará en el siguiente post de la serie), la denominación de venta del producto deberá indicar la presencia de esta sustancia (por ejemplo, el licor Fray Angélico debe indicar que contiene avellanas).

Los alimentos, en el proceso de la digestión, cubren nuestras necesidades de aporte de energía y de otros componentes (proteínas, grasas, vitaminas, etc.). A través del metabolismo, estos principios los transformamos en nuestros propios tejidos (piel, músculo, etc.). El alimento que no se utiliza en este proceso de elaborar nuestro tejido, el organismo lo almacena en forma de grasa, por eso si consumimos más alimentos que los que necesitamos, engordamos.

Un gramo de alcohol aporta 7 Kcalorías. Pongamos un ejemplo práctico: un tercio de cerveza (333 centímetros cúbicos) que tenga un 7 % de alcohol tendría aproximadamente 25 gr de alcohol, que son cerca de 170 Kcalorias (aproximadamente la décima parte de las necesidades energéticas de un adulto). Una copa de aguardiente (unos 100 centímetros cúbicos) con el 45% de alcohol, aporta unas 315 Kcalorías (la sexta parte de las necesidades energéticas diarias). El problema del alcohol es que sólo aporta energía (se llaman “calorías vacías”) no aporta ningún tipo de nutriente necesario para la regeneración o formación de tejidos; exclusivamente aportan energía que o bien se quema realizando ejercicio físico o se almacenan en forma de grasa.

Otro de los problemas derivados del consumo de alcohol es el daño que genera en diferentes órganos (por ello se asocia el consumo de esta sustancia a cánceres, problemas degenerativos de hígado o demencias, entre otros). En una próxima entrega hablaremos en profundidad de qué le sucede al cerebro cuando se consume alcohol de forma regular.

Recomendación Enero

Terminado enero aquí traigo las recomendaciones del mes.

En primer lugar os recomiendo que os toméis cuatro minutos para ver este vídeo de Nature sobre cómo el alzheimer afecta a las neuronas. Es muy ilustrativo y explica de un modo sencillo y didáctico este proceso que realmente es complejo. Pinchando aquí podréis acceder directamente a la página de Nature donde está alojado.

Y la segunda recomendación, más ligera, llega de la mano de la plataforma Netflix. Se trata de la serie Grace y Frankie, protagonizada por Jane Fonda y Lily Tomlin. Tratando de no desvelar mucho del argumento, simplemente decir que esta serie aborda, en clave de humor, aspectos como la jubilación, el divorcio durante esta etapa de la vida, el afrontamiento de realidades complejas y socialmente no tan aceptadas, etc. Por otra parte, resulta alentador y casi un soplo de aire fresco ver una serie que no está protagonizada por adolescentes y que aborda temas que quizá no son tan recurrentes. Además, sirva para reivindicar papeles interesantes para actrices mayores de 40 años.  Os dejo el trailer de la primera temporada:

Espero que ambas recomendaciones sean de vuestro interés.

Envejecimiento primario vs. secundario

Empezamos el año abordando una cuestión que a veces resulta compleja: ¿de qué hablamos cuando nos referimos al envejecimiento primario y secundario?

El envejecimiento primario es aquel que responde al paso del tiempo. Por tanto, tiene una base biológica y acontece en todos los seres vivos (desde plantas a animales). Este envejecimiento hace referencia al efecto que tiene el transcurrir del tiempo sobre los organismos vivos. Actualmente, se habla de la genética como la responsable del mismo.

El envejecimiento secundario es el que responde a los efectos de la conducta y el ambiente sobre el organismo. Quizá resulta más complejo de entender, pero creo que la siguiente fotografía, vía The Guardian, puede ejemplificarlo a la perfección:

Este hombre pasó 28 años trabajando con un camión de reparto. Si nos fijamos vemos claras diferencias entre el lado derecho y el izquierdo de su rostro. El lado derecho parece mucho más joven puesto que sobre él ha incidido menos la luz solar. En el lado izquierdo del rostro podemos observar el efecto de la radiación solar en la piel y cómo contribuye al envejecimiento secundario de la misma.

¿Por qué es importante diferenciar entre ambos tipos de envejecimiento? Resulta crucial porque mucha gente cree que la ancianidad es un periodo de enfermedad, decaimiento, pérdidas cognitivas, etc. debido al hecho en sí de envejecer. Sin embargo, en muchas ocasiones, estos problemas de salud no provienen del mero paso del tiempo, sino del estilo de vida de la persona. Vaya, que si el cuerpo las hace, el cuerpo las paga. Por eso es fundamental cuidarse durante todo el ciclo vital, no sólo para gozar de buena salud en ese momento concreto, sino para prevenir problemas evitables durante la ancianidad. Pensemos que si la simple exposición a la luz puede acentuar de forma tan notoria el envejecimiento, otros hábitos como el tabaquismo, el consumo de alcohol, mala alimentación, sedentarismo, mala higiene del sueño, etc., no sólo tendrán repercusiones estéticas, sino que tendrán consecuencias sobre nuestro estado de salud general, influyendo tanto en la esperanza de vida como en la calidad de esta.

Acordaos de esta foto cada vez que sintáis que no os estáis cuidando lo suficiente y recordad que la salud es tan valiosa que no se puede comprar.