¿Qué es la reserva cognitiva?

En los últimos años, debido al envejecimiento poblacional así como al aumento de la esperanza de vida, ha crecido la preocupación por hallar curas y, en todo caso, prevenir la aparición de patologías que se han vinculado tradicionalmente con el envejecimiento. Esta preocupación incluye las enfermedades neurodegenerativas como las demencias.

Es habitual ver en los medios de comunicación como se van logrando pequeños avances en el campo; sin embargo, a día de hoy, no existe ningún tratamiento o intervención que sea curativa, siendo todas las herramientas con las que contamos paliativas (es decir, tratarían de paliar los daños que va causando la enfermedad así como ralentizar su avance).

Existen múltiples mitos acerca de la demencia, en concreto de la enfermedad de alzheimer (que es solo una de muchas demencias que se pueden padecer; en la próxima entrada hablaremos de ello). Desde un factor contagioso a alimentos mágicos que prevendrían su aparición y posterior desarrollo. En la actualidad, ningún alimento o componente ha mostrado científicamente que pueda curar la patología si bien una dieta sana y equilibrada es básica para mantener nuestra salud en buen funcionamiento.

Actualmente, hay tres factores que se reconocen con capacidad de prevenir o ralentizar el curso de la demencia: el ejercicio físico aeróbico, la dieta sana y la creación de la reserva cognitiva.

La reserva cognitiva ha sido definida como la adaptación que hace el cerebro ante una lesión (que puede venir por un ictus, un golpe, una infección o la aparición de una demencia, por ejemplo) empleando recursos cognitivos preexistentes (habilidades mentales que han sido desarrolladas durante toda la vida, por decirlo de algún modo) o bien recursos de compensación mediante la activación de nuevas redes neuronales. Simplificándolo un poco, podríamos decir que la reserva cognitiva es la capacidad que tiene el cerebro para hacer frente a un daño o lesión empleando los recursos que ha generado a lo largo de la vida con anterioridad a la aparición del problema. Esta reserva se desarrolla como resultado de factores neurobiológicos y los efectos de las experiencias de vida (educación, complejidad laboral, actividad física, ocio, estilo de vida, bilingüismo y actividad cognitiva).

De todos los factores citados, el nivel de educación es quizá la variable asociada a la creación de reserva más estudiada, apoyando la mayoría de estudios la idea de que un nivel educativo alto retrasa la aparición de la demencia. Además, no solo retrasaría la aparición sino que una vez que el daño se presenta, la demencia va a avanzar de forma más lenta que en caso de que el nivel educativo sea más bajo.

Aun con todo, hay que tener en cuenta las diferencias interindividuales (las diferencias que se dan de persona a persona), ya que existen muchas variables a tener en cuenta en el avance de una patología como la demencia.

En general, la mejor forma de crear reserva cognitiva es “usar la cabeza”: aprender idiomas nuevos, hacer cálculo mental (y no emplear tanto la calculadora), tratar de memorizar cosas importantes (números de teléfono, direcciones, etc.) aunque contemos con una agenda de soporte, escribir, hacer juegos de lógica, realizar pasatiempos (sopas de letras, buscar las diferencias, crucigramas, sudokus, etc.), jugar al ajedrez, juegos de cartas, leer, etc. La idea es realizar la mayor cantidad de actividades estimulantes posibles, siendo también importante la variedad (es decir, hacer crucigramas es positivo pero solo trabaja ciertas habilidades, por tanto, habría que realizar otras actividades complementarias).

La creación de reserva cognitiva es algo que hacemos durante toda la vida. Cuanta más creemos en nuestra juventud y edad adulta, mejor soportará nuestro cerebro anciano las patologías que puedan aparecer.

Os dejo este divertido vídeo de Carmen Sarabia en la final del FameLab España 2017 (un concurso de monólogos con toques humorísticos que pretende divulgar de una forma diferente) donde habla de la reserva cognitiva de un modo muy divertido:

Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer

Hoy, 21 de septiembre, es el Día Mundial del Alzheimer (este evento cuenta con el soporte de la Organización Mundial de la Salud). Se realizan múltiples actos desde el nivel más cercano a los ciudadanos, el local, hasta los gestos institucionales por medio de organizaciones que a veces son internacionales, como es el caso de la OMS. Con ello se pretende concienciar a la sociedad de la necesidad de promover hábitos saludables que traten de prevenir la aparición de la patología, sensibilizar a la ciudadanía sobre las necesidades de los enfermos y sus cuidadores y tratar de desarrollar más investigación que permita por fin hallar una cura.

En este blog he dedicado algunas entradas a hablar sobre los mitos más frecuentes que giran en torno a esta enfermedad (podéis veros aquí y aquí), así como a la comunicación con personas con deterioro cognitivo y a explicar qué es la valoración cognitiva.

Hoy me gustaría centrarme en otros aspectos sobre la enfermedad de alzheimer, en concreto, sobre cómo tratar de prevenirlo (o ralentizar el momento de aparición).

A día de hoy no existe un tratamiento curativo para esta enfermedad, aunque sí existen fármacos que tienen un efecto paliativo (los inhibidores de la acetilcolinesterasa). Es relativamente habitual ver en los medios generales noticias sobre alimentos o rutinas que podrían evitar la aparición de la patología. En realidad, ningún alimento, rutina o ejercicio ha mostrado de forma certera prevenir la aparición de la patología, señalándose actualmente únicamente tres factores que podrían reducir la posibilidad de aparición (o posponerla):

* Ejercicio físico: a día de hoy se considera que la realización de ejercicio físico de tipo aeróbico de forma habitual es positivo en la prevención de la aparición. Esto se debe a que mejora el sistema cardiovascular así como libera factor de crecimiento que se ha mostrado como neuroprotector.

* Dieta equilibrada: una dieta sana y equilibrada nos ayudará a evitar ciertas patologías que también causan deterioro cognitivo y además asegurará que no nos falten nutrientes necesarios para un correcto funcionamiento neurológico.

* Creación de reserva cognitiva: la reserva cognitiva es la capacidad que tiene el cerebro de hacer frente a un daño adquirido (es decir, un daño que se produce tras finalizar el desarrollo). En el próximo artículo hablaremos más sobre qué es y cómo potenciarla (podéis leer sobre ella aquí).

Algo importante que debemos tener en consideración cuando se diagnostica esta enfermedad es que, contrariamente a lo que se cree comúnmente, sí se pueden hacer cosas para que la enfermedad avance de la forma más lenta posible: desde los tratamientos farmacológicos que mencionábamos antes, la estimulación cognitiva hasta intervenciones realizadas desde la terapia ocupacional o la nutrición se pueden emprender estrategias que traten de mantener la calidad de vida del afectado el mayor tiempo posible.

Por último, una mención a los cuidadores de personas dependientes, familiares o profesionales, pues en ellos recae la difícil tarea de mantener la calidad de vida y la dignidad de la persona afectada.

¿Qué es una valoración cognitiva?

Una de las causas por las que las personas mayores acuden a un psicólogo es para realizar una valoración cognitiva. Sin embargo, es común que las personas lleguen a consulta sin saber muy bien en qué consiste, por qué es interesante realizar una con cierta periodicidad o qué información aportan sobre el estado mental de la persona.

Cuando hablamos de una valoración cognitiva hablamos de una evaluación, un examen, de las diferentes habilidades mentales y su funcionamiento. Por tanto, una valoración de este tipo puede centrarse solo en una capacidad concreta (porque ejemplo, si se sospecha que tras un ictus alguna capacidad se ha visto afectada) o puede ser global, evaluando todas las funciones, lo que nos permitiría tener una idea de la capacidad general de rendimiento cognitivo de ese paciente.

En función de si se pretende una evaluación de algo puntual o, por el contrario, tener una imagen global de la situación, la evaluación será de mayor o menor duración. Por lo general, se suele hacer en varios días diferentes (para así evitar que el paciente se fatigue o se ponga nervioso), en sesiones que no sean excesivamente prolongadas pues ello causará cansancio al paciente y reducirá su rendimiento.

Generalmente, las habilidades que se suelen evaluar de forma más común son la orientación (espacial, temporal y personal), la atención (en sus diferentes modalidades, sostenida, alternada, concentración, etc.), lenguaje (producción y comprensión oral y escrita), memoria (también en sus diferentes modalidades, memoria de trabajo, memoria a corto plazo, a largo plazo, declarativa semántica, procedimiental, etc.), gnosias (la capacidad de reconocer adecuadamente los diferentes estímulos que percibimos por los diferentes canales sensoriales), praxias (la habilidad motora adquirida) y función ejecutiva (capacidad de inhibición, pensamiento abstracto, planificación y secuenciación, etc.).

Para realizar estas valoraciones se deben emplear test y pruebas que hayan sido baremados para la población española. Es decir, se crean preguntas y retos que el paciente debe resolver. En función de las respuestas que la persona de se obtiene una puntuación que nos permite compararlo con las puntuaciones personas de su edad y nivel cultural (a esto se le llama baremación de la prueba, es decir, saber qué puntuación suelen obtener de forma típica una persona de determinada edad y nivel educacional). Si la persona obtiene una puntuación mayor a su grupo de referencia, podemos pensar que esa habilidad no presenta afectación. Si, por el contrario, el paciente obtiene una puntuación más baja de lo esperable, podemos sospechar de algún problema en la habilidad (aunque no podríamos afirmarlo, ya que puede deberse a falta de interés, cansancio, nervios, etc.) por lo que se deberían realizar pruebas complementarias que lo confirmen o desmientan.

La torre de Hanoi es una prueba habitual para el estudio de la función ejecutiva.

Estas puntuaciones son lo que llamamos información cuantitativa, ya que muchas veces podemos darle una especie de nota, “cuanto” de bien ha hecho esa persona la prueba que le hemos pasado, por decirlo coloquialmente. Sin embargo, en una valoración cognitiva también obtenemos información cualitativa que es de gran relevancia. Por ejemplo, si la persona continúa haciendo la tarea anterior cuando le presentamos una nueva y necesita muchos intentos para cambiar lo que estaba haciendo debido a las nuevas demandas, podemos pensar en que hay un problema de perseveración (y pasar pruebas objetivas específicas de este problema) o si durante la valoración la persona nos repite 3 veces la misma anécdota como si fuera la primera vez podemos pensar que hay un problema de memoria, por ejemplo. Así pues, tanto la información cuantitativa como cualitativa son importantes a la hora de conocer el estado cognitivo de una persona.

Por otro lado, hay aspectos concomitantes que deben tenerse en cuenta: el estado de ánimo del paciente (sabemos sobradamente que las personas anímicamente deprimidas tienden a obtener peores puntuaciones en estas pruebas debido al desánimo y a la falta de motivación que sienten), el nivel de descanso, la motivación por realizarlas correctamente, algunos medicamentos y condiciones médicas, etc.

Lo más importante que una persona debe tener presente cuando va a realizar una de estas valoraciones es estar tranquilo, manifestarle al examinador los cambios que note en su memoria (o en cualquier otra habilidad mental), tratar de hacerlo lo mejor que pueda y no sentirse asustado, muchas de estas pruebas se asemejan a juegos de mesa.

Realizar una valoración cognitiva a partir de los 70 años de forma más o menos frecuente permite monitorizar cómo es la evolución no solo de nuestra memoria, también de otras capacidades mentales. Junto con un trabajo activo para aumentar la reserva cognitiva , son estrategias para la prevención de problemas como las demencias.

La «vuelta al cole» de las personas mayores

Este lunes es el primero de septiembre, quizá el mes al que más manía se le tiene. Es el mes de volver a la rutina tras el asueto veraniego. Esta vuelta a la normalidad también puede servirnos para replantearnos la rutina que estamos siguiendo y, quizá modificarla si no estamos plenamente satisfechos. Al igual que realizamos los propósitos de año nuevo, no es raro que mucha gente se tome unos minutos para reflexionar sobre cómo es su día a día en estas fechas y decida si continúa con los mismos hábitos o, por la contra, cambia alguno que no le satisface totalmente.

Pese a que las personas mayores son vistas en muchas ocasiones como poco activas o poco implicadas, la verdad no podía ser más distinta. Desde la ayuda que brindan en muchas ocasiones a hijos y nietos (ahora que empieza el cole, la estampa de aguerridos abuelos y abuelas esperando a la salida a sus niños con el bocadillo de la merienda en la mano volverá a repetirse) hasta las ofertas que desde Ayuntamientos y centros vecinales se realizan (clases de memoria, de gimnasia, de manualidades, etc.) vemos como el día a día de los ancianos suele estar lleno de quehaceres y actividades. En pocos años, hemos visto como los ancianos se volvían más asociacionistas, reclamando espacios y actividades que les permitan continuar activos y aprender nuevas cosas.

Es importante que a cualquier edad de vez en cuando nos tomemos unos minutos para reflexionar sobre cuestiones del tipo “¿las actividades que realizo cumplen con mis expectativas?”, “¿hay algo que esté en a mi alcance realizar, me apetezca y no esté haciendo?”, “¿me apetece probar cosas nuevas o estoy satisfecho con las que estoy realizando en este momento?”. En función de las respuestas que demos podremos continuar con nuestro día a día o bien realizar algún cambio.

Este es un buen momento para plantearnos estas cuestiones ya que muchas matrículas de diversas actividades se realizan durante el mes de septiembre. En Valora creemos en un modelo de ancianidad activa y que permita el autodesarrollo de las personas, por eso animamos a toda la gente mayor a que busque qué actividades les gustaría realizar y se animen a probar. El beneficio no solo está en lo obtenido en esas clases (mejorar nuestro estado físico gracias a la gimnasia, trabajar nuestra memoria, aprender nuevas manualidades, etc.) también en las dinámicas positivas que se generan al llevarlas a cabo: salir de casa con regularidad, contar con una obligación que resulte agradable, establecer y mantener nuevas relaciones sociales, etc.

 

Así que nos gustaría aprovechar que empieza septiembre, que empieza el cole para todos, para animar a todos los mayores a que busquen actividades que les apetezca probar. Desde inglés a tango, pasando por gimnasia, informática, memoria o manualidades, nunca es tarde para probar cosas nuevas y para practicar las que ya sabemos.

Recomendación Agosto

Como es costumbre, terminando ya el mes de agosto os traigo las recomendaciones pertinentes.

En primer lugar, una recomendación para aquellos profesionales santitarios (médicos o psicólogos) que valoréis las capacidades cognitivas de personas mayores. Pese a que tradicionalmente se ha asociado demencia a pérdida de memoria, a día de hoy sabemos que es algo mucho más complejo y global, no quedando el daño circunscrito a una sola área. Las funciones ejecutivas son aquellas que nos permiten planificar, organizar, guiar, supervisar, adecuar y evaluar nuestra conducta de tal forma que sea adaptada al entorno y eficaz para alcanzar metas. En muchas ocasiones se establece la analogía con un director de orquesta, puesto que estas funciones, de un modo u otro, son las que integran al resto y las coordinan para que su trabajo sea eficiente. Dentro de estas funciones se incluyen capacidades como la capacidad de inhibición, la memoria de trabajo, la planificación o la capacidad de  abstracción, entre otras. Cuando las funciones ejecutivas fallan, por ejemplo, ante la presencia de un cuadro neurodegenerativo, la conducta de la persona puede volverse poco adecuada al contexto, rígida, desregulada emocionalmente, con problemas para planificar una estrategia que le permita conseguir sus objetivos. En un ejemplo de la vida diaria podemos pensar en cómo de golpe, un ama de casa que toda la vida se ha encargado de realizar la comida, comienza a tener problemas para cocinar, pero no debido a olvidos, si no porque los pasos a seguir para conseguir el resultado final están mal ejecutados.

La recomendación que os acercamos es la Behavioral Assessment Dysexcutive Syndrome, conocida como la BADS. Esta batería, compuesta por diferentes subtest (estimación temporal, test del zoo, TMT, búsqueda de llaves, etc.) permite una valoración bastante rápida de varias capacidades incluídas dentro de las funciones ejecutivas. Además, de los datos cuantitativos que se pueden obtener en su empleo, también nos permite obtener valiosa información cualitativa que permitirá dirimir sobre la función cognitiva del paciente.

La segunda recomendación que os acercamos es una película que ya tiene unos años (fue estrenada en el año 2008) aunque, como todas las joyas cinematográficas, el tiempo no pasa por ella. Se trata de «Gran Torino» dirigida e interpretada por Clint Eastwood. Esta pequeña obra maestra nos muestra a un anciano, veterano de la guerra de Corea, que ha enviudado recientemente y cuyo humor, además de decaido, es un muy negro. Además, se trata de un hombre lleno de prejuicios e ideas preconcebidas. Sin embargo, la amistad que surge entre él y uno de sus vecinos, el joven Thao, de origen asiático, hará que el anciano cambie su modo de ver el mundo. Esta película, llena de sensibilidad y pequeñas lecciones sobre la convivencia y la solidaridad, muestra como independientemente de la edad que tengamos siempre podemos aprender unos de otros y cambiar nuestra percepción del mundo. Además, nos enseña cómo las relaciones intergeneracionales son increiblemente beneficiosas tanto para los jóvenes como para los mayores.

Espero que ambas recomendaciones sean de vuestro interés.

 

Los cuidadores y las vacaciones

Este espacio está dedicado a las personas mayores y, si bien es cierto que muchas de ellas gozan de plena autonomía, también es cierto que hay ancianos que precisan de cuidados de diverso grado. Según el IMSERSO por encima de los 65 años el porcentaje de mayores que precisa algún tipo de ayuda (puede variar en grado) se calcula por debajo del 20%, aumentando este porcentaje hasta el 67% en mayores de 80 años. En general, el perfil del cuidador familiar de un mayor es el de una mujer (esposa, hija, nuera) de mediana edad. El tiempo empleado dependerá del grado de ayuda que precise la persona ya que esta puede ser puntual para determinadas acciones (por ejemplo, ayuda para el aseo o supervisión de los tratamientos) o puede extenderse a todas las facetas del día a día. Esta labor, que la mayoría de las cuidadoras realiza por cariño, respeto o sensación de deber (entre otros factores que se señalan en los estudios), pese a que se realice de forma altruista y motivada por sentimientos nobles, puede llegar a agotar.

Desde hace un tiempo se habla del síndrome del cuidador quemado que ocurre cuando la situación de cuidado sobrepasa al cuidador y se extiende un largo periodo en el tiempo, siendo la forma más acusada de manifestación de síntomas de estrés y sobrecarga relacionados al cuidado. Podéis consultar aquí una entrada sobre el cuidado del cuidador.

En muchas ocasiones, los cuidadores familiares no dedican un periodo de tiempo a descansar y desconectar, a fin de disminuir sus niveles de estrés. Pensemos que ser cuidador implica en algunos casos tener un trabajo de 24 horas al día sin fines de semana libres ni vacaciones de ningún tipo. Esto puede ocurrir por diversos motivos: en algunas ocasiones no cuentan con el compromiso de alguien que se haga cargo de la labor ni de los recursos necesarios para contratar asistencia; pero también puede ocurrir que la persona sienta que es su obligación y que tomarse unos días de descanso (pese a tener la oportunidad garantizando el bienestar del mayor) es desatender a la persona, obrando descuidadamente. En algunas ocasiones, los cuidadores son reticentes a dejar a otros familiares hacerse cargo del cuidado (bien porque crean que es una responsabilidad que solo ellos deben tener, bien porque no confíen plenamente en que las rutinas y horarios se cumplan a su modo, etc.). Las razones son diversas pero el resultado es siempre el mismo: el cuidador no se está cuidando. En muchas ocasiones, cuando los cuidadores (especialmente aquellos que dedican todo el día a cuidado de personas en estado de dependencia elevado) no descansan de estas obligaciones, dedicándose tiempo para sí y sus necesidades, aparecen cuadros de estrés, llegando a problemas severos del estado del ánimo que afectan a su salud general.

Todos necesitamos vacaciones y desconectar

En la actualidad existen ayudas (aunque muy escasas) en forma de programas de respiro del cuidador en casos de dependencias severas (donde la persona mayor es ingresada en una residencia durante el periodo vacacional del cuidador). Sin embargo, estas ayudas son insuficientes tanto por la elevada demanda que existe que queda sin cubrir como por las características requeridas para que el cuidador pueda acceder a ellas.

Por tanto, es importante que el resto de la familia trate de ayudar al cuidador principal en este asunto, por ejemplo, planeando días de sus vacaciones para poder desarrollar la labor de cuidado y así darle tiempo libre al cuidador principal. Además, el cuidador debe mentalizarse de la necesidad de su descanso, puesto que si enferma no podrá continuar realizando esta labor.

Alimentos II: denominación de venta del producto.

Continuamos la colaboración del Dr. Jacinto Ramos sobre alimentación, alimentos y seguridad alimentaria. Podéis acceder al primer artículo de la serie aquí.

El principio básico de la legislación que regula el etiquetado de los alimentos es el de informar correctamente al consumidor y no inducirle a error. Uno de los apartados de esta información obligatoria es la denominación de venta del producto. Esta denominación de venta es el nombre con que legalmente está registrado.

Existe un listado de todos los alimentos que están a disposición del consumidor (este listado se conoce como Codex Alimentarius, en el que también se establecen normas técnicas para su elaboración). Esta denominación de venta consiste en el nombre con el que se reconoce el alimento, por ejemplo, «fabada asturiana», » chocolate con leche y almendras», » leche UHT», «sardinas en escabeche», etc.

Existen alimentos que no están incluidos en este Codex, como son los alimentos de nueva creación, mezclas de otros alimentos, alimentos importados, etc. En este caso la denominación de venta se realiza mediante una descripción detallada de lo que el envase contiene, de tal forma que sea suficientemente clara y que no induzca a error al consumidor medio. Por ejemplo «bizcocho  empapado en almíbar, relleno de crema de avellanas y con cobertura de chocolate». El sushi, de reciente comercialización en España, se podría denominar como » arroz hervido, con pescado crudo y envuelto en hojas de alga», o una pizza  «masa plana de pan horneado recubierto de salsa de tomate y con distintos ingredientes de origen vegetal y/o animal».

La denominación de un alimento no puede ser el nombre comercial de la industria, así por ejemplo la denominación de venta del «cacao en polvo soluble» no se puede cambiar por Cola-cao o por Nesquik, que son los nombres comerciales más conocidos de este producto. En el envase tiene que figurar obligatoriamente “cacao en polvo soluble”, y además la empresa también puede añadir su nombre comercial.

En la denominación de venta del alimento se debe indicar el estado físico en que se encuentra al alimento (en polvo, granulado, migas de bonito, etc.). También se tiene que indicar los tratamientos específicos a los que ha sido sometido el producto (salado, irradiado, ahumado, ultracongelado, pasterizado, etc)

En el caso de los alimentos que estaban congelados y que se presentan al consumidor descongelados debe indicarse en la denominación de venta del producto este proceso. Por ejemplo en las pescaderías vemos que en los rótulos indica «anillas descongeladas de calamar».

Por último, en la denominación de venta del alimento también tiene que figurar si está conservado en atmósfera modificada (que son mezcla de gases que retrasan el crecimiento de bacterias, por lo que al alimento tiene una vida útil más larga). Estos gases suelen ser mezclas de distintas concentraciones de nitrógeno, oxígeno y dióxido de carbono).

Toda esta información es relevante para el consumidor pues evita que le den “gato por liebre”, ya que podría comprar un producto que realmente no se adecue al imaginario colectivo (todos tenemos más o menos el mismo concepto de “fabada”; si en lugar de un guiso de alubias con carne nos encontramos con merluza a la plancha nos sentiríamos engañados).

 

 

Recomendación Julio

Hoy os traemos las recomendaciones del mes de julio. Ya que estamos en pleno verano, en primer lugar, me gustaría recomendaros que visitéis la playa A Retorta situada en Boiro. Se trata de una playa urbana, no especialmente grande, pero con un paisaje muy agradable, pues pese a estar cerca de un núcleo habitado tiene un pinar detrás que le proporciona mucha tranquilidad. Además, las vistas a la ría son realmente bonitas. La playa no es muy ancha pero tiene una serie de ventajas tanto para personas mayores, como para familias con niños pequeños o personas con movilidad reducida: se trata de una playa adaptada. Cuenta con pasarelas que permiten un fácil desplazamiento, baños y duchas convenientemente adaptados para silla de ruedas, puesto de socorro (en el que disponen de muletas y sillas anfibias), puestos de helados, etc. En este link podréis encontrar más información.

La segunda recomendación está pensada especialmente para los profesionales socio-sanitarios del ámbito de la gerontología. Se trata de un artículo de Park y Reuter-Lorenz del año 2009 publicado en “Annual Review of Psychology”, especialmente la primera parte del artículo donde realiza una revisión sobre los principales cambios cognitivos que acontecen con la edad (velocidad de procesamiento, memoria de trabajo, funciones inhibitorias, memoria a largo plazo, etc.) expuestos de una forma muy clara y resumida.  Esta es la cita completa del artículo: Park, D. C., & Reuter-Lorenz, P. (2009). The adaptive brain: aging and neurocognitive scaffolding. Annual Review of Psychology, 60, 173-196. https://doi.org/10.1146/annurev.psych.59.103006.093656

Espero que ambas recomendaciones sean de vuestro interés.

 

Recomendación junio

Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, así que con casi tres semanas de retraso os traemos las recomendaciones de junio. La primera de ellas se trata de una app (que se puede instalar tanto en el smatphone como en una tableta) llamada Imentia . Esta app de estimulación cognitiva tiene la ventaja de que plantea ejercicios en función de si la persona los va a hacer sola o con ayuda (cosa muy útil en personas que presentan cierto grado de deterioro). También permite ajustar el nivel de dificultad, permitiendo estimular a personas que no presentan problemas de este tipo y que simplemente buscan mantener la mente activa. Es muy sencilla de emplear y resulta bastante entretenida. Aquí el link a su página web.

 

En segundo lugar, os recomendamos que empleéis menos de cinco minutos en ver el vídeo musical que el rapero Macklemore le ha dedicado a su abuela por sus 100 años. Una muestra de esa relación tan especial que se establece entre nietos y abuelos y un ejemplo de que la edad no debe de ser un impedimento para pasarlo bien y hacer alguna locura de vez en cuando.

Cuidados especiales ante el calor

Con la llegada del buen tiempo es común que desde los centros de salud se lancen campañas de información para prevenir los golpes de calor, haciendo hincapié en las personas mayores. Los golpes de calor acontecen especialmente en personas que están sometidas a altas temperaturas que además realizan un esfuerzo físico considerable (por ejemplo, los operarios que alquitranan carreteras en verano), pero no solo este colectivo está en riesgo. Las personas mayores, dada la idiosincrasia propia de esta etapa de la vida, también pueden padecerlos.

El golpe de calor ocurre cuando la temperatura del cuerpo se eleva por encima de los 40 grados. Esto origina que los sistemas de regulación de la temperatura, como la sudoración, dejen de ser efectivos. Los principales síntomas del golpe de calor son mareo, sensación intensa de sed, confusión y desorientación, sudoración excesiva que cesa después, calambres, mareos, estados de confusión. Los síntomas pueden agravarse hasta originar el coma y la muerte.

En el caso de las personas mayores, los golpes de calor ocurren por diversos motivos. En primer lugar, en algunas ocasiones están presentes enfermedades y tratamientos que puedan afectar a la termorregulación, así como a la sudoración o a la sensación de sed. Esta última, como ya se ha comentado en otros artículos anteriores, se ve disminuida con la edad, ya que ciertos cambios en el hipotálamo provocan que las personas mayores tengan paliada la sed. Esto puede resultar peligroso en verano, pues resulta más fácil que aparezca un cuadro de deshidratación. Junto con la sensación de sed, la sensación de frío/calor también se ve afectada por el envejecimiento. No es extraño ver a personas mayores que aun con altas temperaturas visten jerséis, medias, chaquetas, etc. porque dicen no tener calor. Sin embargo, su temperatura corporal es normal, por lo que al abrigarse estando expuestos al calor ambiental corren el riesgo de aumentar en exceso su temperatura.

Además, hay que pensar que las costumbres de muchos mayores difieren de las de otros grupos poblacionales. Por ejemplo, aunque no muy común en nuestros días, hay personas mayores que guardan luto, lo que implica vestir de negro incluso en verano. Otro factor importante es que a esa edad es más común vestir con ropa cerrada, dejando poca piel expuesta (esto resulta positivo en cuanto a protección contra el sol, pero puede provocar un excesivo calor).

Para evitar que este cuadro aparezca hay ciertas pautas que podemos seguir como vestir ropa ligera y fresca; beber de forma constante pequeñas cantidades de líquido (lo mejor es beber agua); no estar expuesto al sol en las horas de más calor; emplear métodos tradicionales como cerrar las persianas cuando vaya a dar el sol, fregar el suelo con agua fría, emplear abanicos o ventiladores; en situaciones especialmente delicadas puede llegar a ser recomendable el uso de aire acondicionado que garantice una estabilidad térmica (no es bueno abusar del frío, siendo recomendable no bajar de los 22-24 grados, para evitar los cambios bruscos de temperatura con el exterior) o evitar esfuerzos físicos en la hora de más calor (por ejemplo, no ir a la compra a las 4 de la tarde).

Por último, recordar que es importante acudir rápidamente al médico si hay la más mínima sospecha de que pueda darse un golpe de calor.