Recomendación Abril

Hoy, último día del mes de abril, toca la recomendación mensual prometida.

En este caso, me gustaría recomendaros el documental “Buena Vista Club Social”. En él se recoge el viaje de Ry Cooder (compositor y guitarrista) a La Habana, donde se reúne con un grupo de músicos cubanos, entre los que se encuentran Compay Segundo o Eliades Ochoa. El documental rastrea los orígenes de estos músicos y retrata la grabación de un disco titulado como el documental.

Si bien no es un trabajo que pretenda acercarnos o indagar en la ancianidad, sus protagonistas tienen entre 60 y 80 años, y  una vitalidad que ya quisiéramos muchos jóvenes. Os dejo un vídeo que muestra un fragmento de una de las dos únicas actuaciones que la banda dio en Ámsterdam, merece la pena parar unos segundos a disfrutar de esta maravilla y a reflexionar sobre cómo la creatividad, el talento, no entienden de edad:

Espero que lo disfrutéis.

Las personas mayores y los animales de compañía

Es sabido que las mascotas pueden proporcionar múltiples beneficios en la vida de una persona. Desde compañía y amor incondicional a tener una responsabilidad diaria, son muchos los motivos que nos pueden llevar a decidir compartir nuestra vida con un animal. Existen múltiples estudios que constatan los beneficios de gozar de su compañía, encontrando resultados que apuntan a lo positivo que puede resultar tanto para la salud física como para la salud mental.

En el caso de las personas mayores, este hecho se vuelve especialmente cierto si nos centramos en aspectos como la compañía, la obligación de realizar ciertas actividades a diario o el ejercicio físico, por ejemplo. Muchas personas mayores se sienten solas, incluso aunque convivan con familiares (hay que tener presente que la ancianidad es una época de muchas pérdidas reales y simbólicas). El hecho de disfrutar de la compañía de una mascota puede aliviar esa sensación de soledad, proporcionándole además sentimientos positivos como son compañía, el amor incondicional, diversión, etc. Además, el hecho de tener que ocuparse a diario de un animal (preparar la comida, cambiar el agua, sacarlo de paseo, limpiar el arenero o el terrario, etc.) puede tener una importancia especial en ciertas situaciones, creando una rutina positiva para el anciano. La certeza de tener una ocupación o responsabilidad es algo positivo psicológicamente para muchos mayores (por ejemplo, aquellas personas que tras la jubilación sienten que no tienen “nada importante que hacer hoy”). Por último, no hay que desdeñar la importancia de una mascota en la salud física: programar paseos con el perro tres veces al día (aunque estos paseos no sean muy largos) resultará muy positivo para la salud del propietario del can, por ejemplo.

Sin embargo, es necesario hacer una serie de consideraciones al respecto. Es importante que, además del beneficio para el mayor, se piense en el bienestar del animal. No se puede condenar a un perro a estar atado o sin salir jamás de casa para que haga compañía a una persona. En casos en los que el mayor no pueda atender a todas las necesidades (por ejemplo, no pueda darle largos paseos o llevarlo cuando lo precise al veterinario) es importante que haya una persona con compromiso firme y que pueda hacerlo en su lugar. En algunas ocasiones, las personas cercanas al mayor (especialmente familiares) no tienen un compromiso real en este aspecto, llegando incluso a conductas tan poco éticas como abandonar al animal si el mayor fallece o no se puede hacer cargo. Es fundamental que no solo el anciano esté comprometido con el cuidado del animal, también otras personas que puedan suplir sus cuidados temporal o permanentemente.

Para elegir la mascota adecuada es importante tener en cuenta diversos aspectos: las preferencias de la persona, la capacidad que tiene de cuidar a un animal, las necesidades concretas de cada especie (no es lo mismo tener un perro que un gato, por ejemplo), el espacio disponible, situaciones como viajes frecuentes o cambios de domicilio por parte del mayor, etc. En estos casos, hablar con un veterinario puede servir para aclarar las posibles dudas que nos surjan sobre los cuidados necesarios, así como de las necesidades específicas de cada animal, lo que puede facilitar que se tome una decisión más realista. Por ejemplo, no parece muy lógico que una persona que apenas puede caminar adopte un perro que precisa de mucho ejercicio diario, si además no cuenta con nadie que pueda dar paseos con el animal. Sin embargo, en ese caso, un gato puede resultar una opción más acertada.

Además de todos estos beneficios (comunes no solo a las personas mayores sino a todo aquel que disfrute de la compañía de una mascota) un animal, en concreto los perros, puede incluso superarlos. En los últimos años ha aumentado el número de perros de asistencia, que son aquellos perros entrenados específicamente para ayudar a una persona en situaciones especiales; por ejemplo, los perros que usan las personas con afectación de la visión, los conocidos como perros lazarillos, entrarían dentro de esta categoría. Hoy en día, no solo se entrenan perros para las personas con déficits de visión, también para personas con movilidad reducida, problemas de salud concretos (como diabetes, siendo el perro capaz de detectar los cambios en los niveles de insulina), problemas de agorafobia, etc.

Por último, a día de hoy, las protectoras y refugios de animales de este país se encuentran totalmente saturadas y desbordadas. Antes de comprar un animal, siempre es bueno plantearse la adopción; porque a los amigos no hace falta comprarlos.

Os dejo aquí un enlace a un vídeo de antena 3 muy emotivo, en el que podemos ver la reacción de un paciente de alzheimer al interaccionar con su perro.

 

 

Sexualidad en la tercera edad

Hay ciertas facetas que nos acompañan desde el momento del nacimiento hasta la muerte. Una de ellas es la sexualidad. Si bien el siglo XX fue el siglo de la revolución sexual, quedan aún muchos tabúes y mitos por derribar. Uno de ellos, sin lugar a dudas, es la sexualidad durante la ancianidad.

Gran parte de la población piensa, erróneamente, que las personas mayores no tienen deseo sexual o no disfrutan por igual del sexo. Si bien la sexualidad es diferente en las distintas etapas que una persona atraviesa a lo largo de su vida, siempre está presente. Dicho de otro modo, puede que a los 80 no haya la misma elasticidad que a los 20, pero sí puede haber el mismo deseo.

El envejecimiento sano lleva parejo una serie de cambios que afectan directamente a la vida sexual de las personas. El primero que nos puede venir a la mente, por ser el más obvio, es la menopausia, ya que a partir de este momento, las mujeres no pueden quedar embarazadas. Además de los cambios puramente físicos (puede aparecer menor lubricación, menor elasticidad de las paredes vaginales, disminución del deseo sexual por motivos hormonales, etc.) hay que pensar que este proceso tiene un impacto psicológico en las mujeres que lo viven. Algunas pueden verse liberadas del miedo a un embarazo no deseado, lo que puede llevar a que tengan una actitud más relajada y positiva frente al sexo. Otras, sin embargo, pueden sentirse menos atractivas o menos a gusto con su cuerpo, lo que les puede causar una disminución del deseo sexual. En cuanto a los hombres, deberemos hablar de la andropausia, una especie de menopausia masculina debido a los cambios hormonales, entre ellos los cambios de la testosterona. Obviamente, es más difícil poder marcar su presencia, puesto que no se cuenta con indicadores tan claros como en las mujeres. Sin embargo, al aumentar la edad algunos hombres tienen dificultades para lograr y mantener la erección, problemas para alcanzar el orgasmo o puede ocurrir que lo tengan precozmente, disminución de la libido, etc.

A los factores debidos exclusivamente al envejecimiento debemos sumar el impacto que ciertas patologías (como la depresión, problemas reumatoides, problemas de movilidad, etc.) o el consumo de medicamentos tienen en las relacionas sexuales durante la vejez. Además, el factor social es importante y puede tener repercusiones negativas. Muchas personas mayores son viudas o se encuentran en situación de aislamiento. Por otro lado, la sexualidad en la tercera edad continua siendo una mezcla entre tabú y motivo de mofa en la sociedad, lo que hace que algunas personas mayores se sientan coartadas a la hora de buscar pareja, por ejemplo.

Aun con todo, debemos tener presente que la mayoría de problemas físicos y psicológicos que pueden surgir a causa del envejecimiento cuentan con algún tipo de abordaje terapéutico. Desde el uso de lubricantes a técnicas de control de la eyaculación, disponemos de un gran abanico de ayudas que se traducen en una mayor salud y disfrute sexual. Por supuesto, todo el mundo pensará también en fármacos que se han desarrollado para poder lograr y mantener la erección.

Uno de los problemas más graves en relación a la sexualidad en la tercera edad es el hecho de que las personas que en este momento son ancianas crecieron sin apenas educación sexual. Esto provoca que mantengan conductas negativas hacia el sexo o tengan creencias erróneas. Sin ir más lejos, el uso del preservativo es algo a lo que muchos mayores no están acostumbrados, ni tan siquiera familiarizados. Porque si bien el riesgo de embarazo puede no estar presente, las enfermedades de trasmisión sexual no entienden de edad. Tampoco es raro encontrarse con mujeres mayores que han tenido una vida sexual bastante reprimida e insatisfactoria, debido a la educación que recibieron, y que se muestren reacias a cualquier tipo de consideración sexual.

Por otro lado, no debemos entender la sexualidad sólo como el mero coito. El sexo puede representar mucho más que un mero intercambio de fluidos satisfactorio. Es una forma de mostrar afecto, intimidad, compromiso, ternura, etc. Muchas personas mayores que viven en pareja dicen tener encuentros sexuales plenamente satisfactorios pero que son diferentes a los que tenían en edades más tempranas. El sexo puede no girar tanto en torno a la penetración o consecución del orgasmo y estar más centrado en la ternura, las caricias, besos o abrazos.

Es importante que la sociedad en general y, especialmente, los profesionales que trabajamos con personas mayores, dejemos atrás conductas paternalistas, en las que creemos que los mayores no tienen deseo, no sienten necesidades sexuales o no disfrutan de ellas, para poder abordar el tema con naturalidad, proporcionando la información adecuada y mostrando el respeto debido.

Las personas mayores deben sentirse libres de explorar y disfrutar de su sexualidad beneficiándose del derecho a la libertad y a la educación que cualquier ciudadano posee.

 

El chantaje emocional II

En la entrada anterior hablamos de qué es el chantaje emocional y algunos ejemplos de cómo puede manifestarse en el entorno comunicativo de las personas mayores. En el artículo de hoy trataremos de desglosar una serie de pistas para detectar este tipo de comunicación perniciosa, así como dar alguna idea para su manejo de una forma más funcional.

Cuando en una relación (familiar, conyugal, amistosa, etc.) una de las partes siente que debe plegarse siempre a los deseos del otro, puesto que en caso contrario será objeto de reproches y comentarios destinados a hacerle sentir mal; cuando se observa que una de las partes apela constantemente a motivos emocionales y no tanto racionales para expresar sus demandas y necesidades; cuando cedemos a llevar a cabo conductas que no queremos realizar y nos sentimos mal tanto si lo hacemos como si no lo hacemos, es posible que estemos ante un chantaje emocional.

En estas circunstancias, puede ser positivo pedir la opinión de un tercero neutral que juzgue si las demandas de la otra persona son lógicas, y somos nosotros los que no nos estamos comportando correctamente o no estamos entendiendo el origen de las mismas, o si son abusivas y no tienen fundamento, siendo  lógico que nos creen malestar.

Una vez que somos conscientes de que estamos siendo chantajeados emocionalmente, es importante, en primer lugar, no dejarse llevar ni por el enfado ni por sensaciones como la culpa. Es fundamental tratar de poner atención en la comunicación para detectar las demandas abusivas así como las argumentaciones chantajistas que las acompañan, para poder hacerlas explícitas y comunicarle a nuestro interlocutor que consideramos injusta la petición o la conducta de apelar a emociones negativas para conseguir sus deseos. Es fundamental guardar la calma y no entrar en la rueda de los reproches; simplemente hacerlo saber de una forma calmada, serena, pacífica y conciliadora. Puede ocurrir que la persona que realiza el chantaje no sea consciente de ello, ya que puede suceder que tenga ese tipo de comunicación instaurada como hábito o porque al tener muchos deseos de que ocurra lo que demanda, se deje llevar y aluda a motivos no racionales. El hecho de expresarle de un modo tranquilo, conciliador y dialogante que creemos que sus peticiones no pueden ser satisfechas y que el hecho de aludir a emociones negativas solo consigue aumentar nuestro malestar, puede servir para que la persona desista en usar ese tipo de comunicación. Expresar cómo nos sentimos cuando somos víctimas del chantaje también es importante.

Puede ocurrir que seamos nosotros los que estamos empleando este tipo de comunicación sin ser conscientes de ello. En este caso, si alguien nos señala que así lo estamos haciendo, es bueno que tratemos de meditar sobre ello, tratando de ser justos con nuestro interlocutor y no enrocándonos en nuestras posiciones o peticiones, ya que podrían estar siendo injustas.

La comunicación asertiva, de la que hablaremos con más calma en una futura entrada, aquella que busca expresar las necesidades y deseos de un modo racional y sin dañar a otros, es una buena arma para luchar contra este tipo de conductas perniciosas que afectan negativamente tanto a quien las realiza como a la persona a la que van dirigidas.