Las personas mayores y los animales de compañía

Es sabido que las mascotas pueden proporcionar múltiples beneficios en la vida de una persona. Desde compañía y amor incondicional a tener una responsabilidad diaria, son muchos los motivos que nos pueden llevar a decidir compartir nuestra vida con un animal. Existen múltiples estudios que constatan los beneficios de gozar de su compañía, encontrando resultados que apuntan a lo positivo que puede resultar tanto para la salud física como para la salud mental.

En el caso de las personas mayores, este hecho se vuelve especialmente cierto si nos centramos en aspectos como la compañía, la obligación de realizar ciertas actividades a diario o el ejercicio físico, por ejemplo. Muchas personas mayores se sienten solas, incluso aunque convivan con familiares (hay que tener presente que la ancianidad es una época de muchas pérdidas reales y simbólicas). El hecho de disfrutar de la compañía de una mascota puede aliviar esa sensación de soledad, proporcionándole además sentimientos positivos como son compañía, el amor incondicional, diversión, etc. Además, el hecho de tener que ocuparse a diario de un animal (preparar la comida, cambiar el agua, sacarlo de paseo, limpiar el arenero o el terrario, etc.) puede tener una importancia especial en ciertas situaciones, creando una rutina positiva para el anciano. La certeza de tener una ocupación o responsabilidad es algo positivo psicológicamente para muchos mayores (por ejemplo, aquellas personas que tras la jubilación sienten que no tienen “nada importante que hacer hoy”). Por último, no hay que desdeñar la importancia de una mascota en la salud física: programar paseos con el perro tres veces al día (aunque estos paseos no sean muy largos) resultará muy positivo para la salud del propietario del can, por ejemplo.

Sin embargo, es necesario hacer una serie de consideraciones al respecto. Es importante que, además del beneficio para el mayor, se piense en el bienestar del animal. No se puede condenar a un perro a estar atado o sin salir jamás de casa para que haga compañía a una persona. En casos en los que el mayor no pueda atender a todas las necesidades (por ejemplo, no pueda darle largos paseos o llevarlo cuando lo precise al veterinario) es importante que haya una persona con compromiso firme y que pueda hacerlo en su lugar. En algunas ocasiones, las personas cercanas al mayor (especialmente familiares) no tienen un compromiso real en este aspecto, llegando incluso a conductas tan poco éticas como abandonar al animal si el mayor fallece o no se puede hacer cargo. Es fundamental que no solo el anciano esté comprometido con el cuidado del animal, también otras personas que puedan suplir sus cuidados temporal o permanentemente.

Para elegir la mascota adecuada es importante tener en cuenta diversos aspectos: las preferencias de la persona, la capacidad que tiene de cuidar a un animal, las necesidades concretas de cada especie (no es lo mismo tener un perro que un gato, por ejemplo), el espacio disponible, situaciones como viajes frecuentes o cambios de domicilio por parte del mayor, etc. En estos casos, hablar con un veterinario puede servir para aclarar las posibles dudas que nos surjan sobre los cuidados necesarios, así como de las necesidades específicas de cada animal, lo que puede facilitar que se tome una decisión más realista. Por ejemplo, no parece muy lógico que una persona que apenas puede caminar adopte un perro que precisa de mucho ejercicio diario, si además no cuenta con nadie que pueda dar paseos con el animal. Sin embargo, en ese caso, un gato puede resultar una opción más acertada.

Además de todos estos beneficios (comunes no solo a las personas mayores sino a todo aquel que disfrute de la compañía de una mascota) un animal, en concreto los perros, puede incluso superarlos. En los últimos años ha aumentado el número de perros de asistencia, que son aquellos perros entrenados específicamente para ayudar a una persona en situaciones especiales; por ejemplo, los perros que usan las personas con afectación de la visión, los conocidos como perros lazarillos, entrarían dentro de esta categoría. Hoy en día, no solo se entrenan perros para las personas con déficits de visión, también para personas con movilidad reducida, problemas de salud concretos (como diabetes, siendo el perro capaz de detectar los cambios en los niveles de insulina), problemas de agorafobia, etc.

Por último, a día de hoy, las protectoras y refugios de animales de este país se encuentran totalmente saturadas y desbordadas. Antes de comprar un animal, siempre es bueno plantearse la adopción; porque a los amigos no hace falta comprarlos.

Os dejo aquí un enlace a un vídeo de antena 3 muy emotivo, en el que podemos ver la reacción de un paciente de alzheimer al interaccionar con su perro.