En la actualidad se habla mucho de la necesidad de instaurar y desarrollar programas de envejecimiento activo; pero ¿en qué consiste este concepto? El envejecimiento activo es el proceso de aprovechar al máximo las oportunidades y fomentar actividades para tener un bienestar físico, psíquico y social durante todo el ciclo vital. El objetivo es extender la calidad, productividad y esperanza de vida hasta en edades avanzadas.
En este contexto, el concepto actividad no sólo se aplica a trabajos físicos o a la movilidad, ya que se reconoce la importancia de mantenerse activos mentalmente o en la vida social, llevando a cabo actividades lúdicas, voluntariados, actividades culturales, retomando los estudios, ayudando a la red familiar o a la comunidad, viajando, etc.
Hasta hace poco, se hablaba mucho del envejecimiento saludable, aquel en el que se adoptaban patrones de conducta y hábitos orientados a mantener un buen estado de salud general en la persona anciana. Con el paso de los años, nos dimos cuenta de que estar sano no es lo mismo que ser feliz, que estar integrado, que ser un miembro participativo de la sociedad. Por tanto, el concepto saludable se quedó “pequeño” para la idea que se quería transmitir: no sólo hay que tener salud, también hay que tener oportunidades para disfrutarla. Una de las máximas de la gerontología es que no sólo hay que echar años a la vida, sino también vida a los años.
La importancia de desarrollar estos programas de envejecimiento activo (y de inculcar ciertos valores a la población en general) radica en los aspectos altamente positivos que se consiguen con el mismo, no sólo para la persona en sí, también para la sociedad en general. Así, una persona que intente llevar a cabo un envejecimiento activo será un individuo con buenos hábitos socio-sanitarios, con una buena red social soporte, colaborativa con la comunidad en la que se encuentre. Por tanto, además de promover el bienestar psicológico de las personas mayores, supone una mejora de inclusión social y una reducción del gasto sanitario.
Cuando una persona, independientemente de la edad que tenga, tiene a mano herramientas que le permitan mantenerse sana, estar integrada socialmente, desarrollar facetas de su vida que le resulten placenteras, etc. podrá desarrollarse plenamente a nivel psico-social, lo que obviamente incide en su estado de salud general. La vejez, pese a tener mala prensa, es una etapa de la vida en la que mucha gente, al sentirse liberada de otras cargas, aprovecha para desarrollar aspectos de su vida que tuvieron que dejar aparcados debido al cuidado de la familia, el mundo laboral, etc. Así, al llegar a la edad de jubilación retoman sus estudios; realizan actividades lúdicas como clases de música, pintura, gimnasia, etc.; viajan y conocen lugares a los que siempre quisieron ir; dedican más tiempo a sus amistades y a la familia; se ofrecen como voluntarios en proyectos comunitarios, etc.
Por tanto, el envejecimiento activo es de crucial importancia a nivel individual y a nivel colectivo. A nivel individual porque permite que los individuos, independientemente de su edad, puedan gozar de un buen estado de salud, integración social, equilibrio emocional, reconocimiento, etc. Por otro lado, a nivel colectivo suponer beneficiarse de la experiencia acumulada durante tantos años por personas que hoy en día tienen tiempo para compartirla con los demás.
Cualquier momento es bueno para ser activo, para intentar desarrollarnos en todas las facetas de nuestra vida, para cuidarnos y cuidar lo que nos rodea. Una de las ventajas de la edad adulta avanzada es que, en muchas ocasiones, las personas están libres de otras obligaciones (cuidado familiar, vida laboral, etc.) y pueden dedicar su tiempo a aquellas cosas que siempre quisieron, pero nunca pudieron hacer por falta de tiempo.