Estamos a tres días del pistoletazo de salida de las fiestas navideñas. En este post me gustaría abordar un tema importante en estas fechas como es la soledad y las personas mayores.
Uno de los principales males que sufre a la población mayor en nuestro país (y en general, en todos los países que denominados desarrollados) es la soledad y el aislamiento. Si bien es un mal común, es cierto que se dan muchas diferencias entre entornos. Es fácil darse cuenta observando lo que ocurre a nivel del medio rural y urbano, por ejemplo. Las personas mayores que viven en núcleos rurales (exceptuando aquellos en los que prácticamente no quedan vecinos, como ocurre en algunas parroquias gallegas) suelen mantener un mayor número de interacciones sociales y presentan menos sentimientos de soledad y aislamiento.
La soledad es un estado muchas veces subjetivo, porque hay quién la siente pese a estar acompañado y al contrario; puede estarse sin compañía pero no sentirse solo. Es un sentimiento que todos podemos experimentar y que, en fechas señaladas como es la navidad, puede acentuarse. Debemos diferenciar dos tipos de casos. Por un lado, está la soledad de aquellas personas que se encuentran aisladas; tienen pocas interacciones sociales que, además, no resultan gratificantes o significativas y carecen de redes (familiares y sociales) de apoyo. En este caso, es fácil darse cuenta de que en estas fechas, en las que parece que todos nos acordamos de ser buenos y visitar a los allegados, las personas que se encuentren en esta tesitura se sientan especialmente solos. Además, las personas que se encuentran en esta situación tienen más riesgo de sufrir problemas sanitarios como depresión.
Por otro lado, podemos hablar de la soledad de quien sí tiene compañía. En este caso, muchas veces es casi una nostalgia de tiempos pretéritos que se recuerdan como mejores. Muchas personas ancianas de edad avanzada (nonagenarios mayoritariamente) dicen sentirse un tanto solos aunque convivan con su familia cercana (hijos, nietos e incluso bisnietos). Muchos de ellos dicen sentir que no tienen con quién compartir anécdotas, con quién recuperar recuerdos. En psicología se le da un valor especial a lo que llamamos pares, que son aquellas personas que nos acompañan en nuestro desarrollo (por tanto, a lo largo de toda la vida) siendo de la misma edad, más o menos. Lo que ocurre en este caso es que estas personas ancianas han perdido a sus pares: amigos, hermanos, cuñados, pareja, etc. Además, han perdido también a sus ascendientes (padres, abuelos, tíos, etc.) e incluso puede que a algún descendiente. Si lo miramos desde esta perspectiva, parece más fácil entender qué sienten las personas que se encuentran en esta tesitura.
La Navidad puede tener un regusto triste o nostálgico para muchos, puesto que al ser un momento especial del año es fácil que echemos de menos a las personas que nos faltan o que hagamos balance de nuestra vida siendo más conscientes de las cosas que no nos gustan. En personas mayores, esto es especialmente cierto. Por ello, durante estas fechas no está demás pensar que todos seremos ancianos algún día y tratemos con especial afecto a los mayores que nos rodean. El cariño nunca está de más.