Amas de casa y jubilación

Como todos sabemos, las amas de casa no cotizan por la labor (ardua, cansina, ingrata y nunca pagada) que realizan por la familia. Este hecho implica que, al llegar a la edad de jubilación (los 67 en nuestro país), no tengan derecho al cobro de una pensión contributiva por las labores desarrolladas. En todo caso, optan a la prestación no contributiva. Más allá de los problemas de dependencia económica y de baja renta (que no son moco de pavo) hoy me gustaría centrarme en otro aspecto: el cese real del trabajo realizado.

A nadie se le ocurriría pedirle a un carpintero de 90 años que siga trabajando. Nadie vería lógico que un cirujano opere pasados los 80. Trataríamos de cruel, tirano a quien dijese que hay que seguir trabajando hasta el día de la muerte. Sin embargo, aceptamos de bastante buen grado que una mujer mayor continúe al frente de la casa inlcuso en la ancianidad avanzada. Y, ojo, no confundamos el autocuidado, el estar activo, el realizar pequeñas tareas que nos mantienen ocupados, distraídos y a pleno rendimiento con limpiar los azulejos de la cocina o continuar cuidando de otros que presenten una dependencia (aun en situaciones en los que la mujer claramente comienza a necesitar ayuda); en definitiva, cargar con todo el peso de las tareas domésticas y del cuidado del núcleo familiar. Que una cosa es hacer una comida especial para toda la familia en una fecha señalada y otra dar de comer a diario a toda la familia (con el trabajo que ello conlleva de avituallamiento, limpieza, preparación, etc.).

Aceptamos de un modo bastante sibilino que las mujeres mayores sigan a pleno rendimiento. Aun cuando es a costa de su salud y cuando realmente no las hace felices ni las satisface. Hay mujeres que disfrutan mucho de ello, que seguir al frente de su casa aun en la edad mayor les demuestra lo estupendas que están y en esos casos, poco hay que decir, salvo desear que continúe por muchos años. El problema está en aquellas mujeres que están hartas. Que llevan más años de los que pueden contar realizando labores que realmente no les agradan solo porque se presuponía que eran ellas quienes debían hacerlas. Criadas para ser las asistentas domésticas de la familia, para anteponer las necesidades de todos a las suyas, para sacrificarse por los demás. Porque ellas importaban en tanto en cuanto eran la fuerza de trabajo dentro del hogar. Y algunas llegan a la ancianidad y están muy hartas, muy aburridas. Les cuesta decirlo tal cual, pero en consulta, después de indagar un poco, es fácil ver cómo realizar las tareas domésticas les quita tiempo (porque con la edad, además, cada vez cuesta más tiempo realizar la misma tarea) para otras cosas que sí las hace felices (desde pasear con las amigas a apuntarse a actividades que las complacen).

Dado el cambio social que hemos vivido en los últimos 50 años, esta situación debería ir revirtiendo ya que las mujeres se incorporaron al mercado laboral, cotizaron y tienen derecho a su pensión. ¿Cuál es el problema? Que la mujer empezó a trabajar el doble, dentro y fuera del hogar. Está asumido que, aunque una mujer que hoy tenga 70 años trabajase fuera de su casa, el grueso de las tareas domésticas seguía recayendo en ella. Y una vez se jubila, ¿por qué iba eso a cambiar?

En resumen, me gustaría lanzar una pregunta final, ¿cuándo se jubilan las amas de casa?.

Recomendación Enero

Terminado enero aquí traigo las recomendaciones del mes.

En primer lugar os recomiendo que os toméis cuatro minutos para ver este vídeo de Nature sobre cómo el alzheimer afecta a las neuronas. Es muy ilustrativo y explica de un modo sencillo y didáctico este proceso que realmente es complejo. Pinchando aquí podréis acceder directamente a la página de Nature donde está alojado.

Y la segunda recomendación, más ligera, llega de la mano de la plataforma Netflix. Se trata de la serie Grace y Frankie, protagonizada por Jane Fonda y Lily Tomlin. Tratando de no desvelar mucho del argumento, simplemente decir que esta serie aborda, en clave de humor, aspectos como la jubilación, el divorcio durante esta etapa de la vida, el afrontamiento de realidades complejas y socialmente no tan aceptadas, etc. Por otra parte, resulta alentador y casi un soplo de aire fresco ver una serie que no está protagonizada por adolescentes y que aborda temas que quizá no son tan recurrentes. Además, sirva para reivindicar papeles interesantes para actrices mayores de 40 años.  Os dejo el trailer de la primera temporada:

Espero que ambas recomendaciones sean de vuestro interés.

Una jubilación realista

Uno de los aspectos más relevantes de la tercera edad es la jubilación. Es más, este hito tiene tanta importancia que en muchas ocasiones asimilamos la entrada en la tercera edad con el hecho de cesar el trabajo remunerado: el hecho de pasar de trabajador en activo a jubilado es el marco que tomamos para marcar la edad en la que consideramos que una persona ha alcanzado la vejez.

Existen muchos mitos a cerca de este acontecimiento y, en general, se podría decir que la mayoría de las personas la aborda de una forma poco realista. Para empezar, suele existir la falsa idea de que trabajar a cambio de un salario es la única forma de ser activo y productivo. Realmente, mucha gente en su día a día permanece activa y resulta productiva a nivel social sin recibir un salario por ello. Pensemos por un momento en la labor de los voluntarios, por ejemplo. Gracias a su actividad muchos proyectos de gran calado social salen a delante y, sin embargo, lo hacen de forma altruista, sin recibir nada a cambio. O las amas de casa, que realizan un gran trabajo diario sin que sea reconocida su labor como tal. Así pues, confundir actividad y productividad con trabajo remunerado parece un grave error.

Por otro lado, la jubilación muchas veces se equipara a inactividad, incapacidad, malestar, etc. Es cierto que la jubilación supone un cambio drástico en la vida de las personas, pero este cambio no tiene por qué ser negativo. Es más, la jubilación puede ser un periodo de gran satisfacción si las personas la abordan de una forma realista, positiva y activa. Es una etapa que puede servir para el autodesarrollo, para retomar proyectos que se abandonaron por falta de tiempo.

Es importante anticipar lo que será esta etapa de nuestra vida en muchos aspectos y, al igual que nos preocupamos de cómo serán nuestras finanzas, deberíamos preocuparnos de cómo va a cambiar el resto de aspectos de nuestra vida.

jubliacion

Para empezar, es importante pensar, de una forma realista, en qué se va a emplear todo el tiempo libre. Mucha gente hace grandes planes para esta época que, finalmente no lleva a cabo. Otras, cogen “unas vacaciones” antes de comenzar con todo lo que tenían pensado, que terminan por alargarse indefinidamente pero sin proporcionarles una satisfacción acorde. Si bien la jubilación está pensada para descansar, pasarse todo el día mano sobre mano no resulta estimulante. Y para una persona acostumbrada a una dinámica laboral puede resultar realmente desmotivador y aburrido. Por eso puede resultar muy provechoso pensar en qué cosas se han ido posponiendo por falta de tiempo (aprender a manejar internet, volver a estudiar, aprender a pintar, hacer gimnasia, ir a nadar, salir más con los amigos, etc.) y hacer un plan para llevarlas a cabo. No es necesario hacerlas todas a la vez ni sobrecargarnos de actividades. Simplemente se trata de ir marcando una serie de actividades que se realicen de forma cotidiana para terminar teniendo una rutina de actividades que nos beneficie.

Es muy importante tener presente que en muchas ocasiones el trabajo es fuente de autoestima y reconocimiento. Cualquier persona que disfrute de su trabajo, que tenga una buena relación con sus compañeros, que sienta que hace algo que le satisface va a notar un cambio al jubilarse. En estos casos es importante que se afronte el cambio buscando fuentes de satisfacción alternativas. Existen muchas formas de sentirse satisfecho y cada persona deberá buscar la suya, pero actividades como el voluntariado, volver a estudiar o retomar antiguas aficiones son señaladas como fuente de alta satisfacción por las personas que las llevan a cabo, siendo la primera la que más se valora. Las personas que dedican un tiempo semanal al voluntariado suelen señalar que esta actividad les aporta más a ellos que al contrario, dándole importancia a aspectos como sentirse bien con uno mismo o sentir que se ayuda a otros. Por tanto, esto ayudaría a mantener una autoestima sana.

Además, la jubilación es una época en la que se puede aumentar las relaciones intergeneracionales dentro de la familia (aumentar el contacto con hijos, nietos, sobrinos, etc.) así como estrechar las relaciones sociales con nuestro círculo social; incluso crear círculos nuevos.

Un envejecimiento saludable pasa por un envejecimiento activo. Puesto que la jubilación está libre de las cargas laborales es el momento ideal para volver a pensar en qué nos gusta y a qué queremos dedicar nuestro tiempo. Pero siempre de una forma realista y serena.