Como hemos señalado en otras ocasiones (podéis acceder aquí y aquí), el proceso de envejecimiento afecta a nuestros órganos de los sentidos. Eso se traduce en que con la edad es normal que las personas presenten presbiacusia (disminución de la audición) y presbicia (disminución de la vista). Estos cambios son benignos, es decir, acontecen por el mero hecho de envejecer y, en un principio, no son síntomas de la aparición de algún problema de salud.
A día de hoy contamos con métodos que pueden reducir el impacto de estos dos fenómenos en la vida de las personas. Por un lado, algo tan sencillo como unas gafas permiten corregir esa presbicia de la que se hablaba permitiendo a la persona gozar de una mejor capacidad de ver. Por otro lado, los audífonos son instrumentos útiles para reducir el impacto de la audición deficiente en la vida de las personas.
De todos modos, no es extraño que las personas mayores rechacen estos sistemas compensatorios; las razones son variadas. En algunas ocasiones es el precio (muy elevado) de estas medidas lo que impide que la persona pueda emplearlos. Hay que tener presente que unos audífonos cuestan varios miles de euros y no todas las personas pueden hacer frente a ese gasto por muy necesario para salud que sea. En otras ocasiones, las personas mayores rechazan tanto las gafas como los audífonos por «presumir» ya que sienten que les avejentan, les «echan años encima» o visualizan y hacen patente su problema. En otros casos, se trata de falta de información o interés, una postura que se puede resumir en «total, para lo que hay que ver/oír».
Sin embargo, es fundamental hacer un uso adecuado de estos sistemas. La falta de visión y audición pueden acelerar la aparición de problemas cognitivos (como la demencia) ya que la persona está aislada del mundo, interactua menos con él, no realiza actividades que sean estimulantes para su mente. Además, este aislamiento también se traduce en efectos negativos en el ámbito social especialmente cuando el oído presenta deficiencias. Es común ver como personas mayores con presbiacusia dejan de participar en conversaciones familiares porque tienen muchos problemas para seguirlas; les cuesta entender cuando varias personas hablan a la vez, es difícil entender lo que otros dicen, incluso son objeto de burla por los errores derivados de esta falta de audición.
Por todo ello, es fundamental que cualquier persona, a cualquier edad, cuide su visión y su audición como modo de mantener su mente en contacto con el mundo, mantener activo su cerebro, conservar sus relaciones sociales y autodesarrollarse de un modo satisfactorio.