El mal tiempo y las personas mayores

Ahora que parece que por fin el temporal que nos ha acompañado las últimas dos semanas amaina, me gustaría que reflexionásemos un poco sobre cómo afecta la climatología, en este caso invernal y adversa, a los mayores.

Es sabido que el tiempo afecta a nuestro estado de ánimo, así como condiciona en gran medida las actividades que realizamos. Días como estos pasados, salir de casa para cualquier actividad es casi una aventura de riesgo. Si a la población general el clima le afecta, hay que pensar que este factor es aún más condicionante en ancianos.

Para empezar, salir de casa para realizar ejercicio físico (por ejemplo, caminar) se antoja prácticamente imposible; incluso, peligroso. Estos días, entre las fuertes lluvias y, sobre todo, las rachas de viento, algunas personas mayores (especialmente aquellas con movilidad reducida o con problemas de equilibrio) no pudieron salir de sus hogares o lo hacían “jugándose el tipo”. Esto supone un problema, puesto que el ejercicio físico es necesario para una buena salud (física y mental) a cualquier edad. En días como estos, se aconseja a los mayores que traten de realizar ejercicios en casa; si bien suele resultar más desmotivante que salir a la calle. Aprovecho aquí para hacer un pequeño inciso, en nuestro país, el uso de andadores no está muy extendido; sin embargo, son mucho más aconsejables que el bastón. En próximos post abordaremos esta cuestión en profundidad.

La baja luminosidad, por otro lado, también afecta a nuestro estado de ánimo. Cuando nos encontramos con un clima como el gallego, en que muchos días la nubosidad nos deja un ambiente oscuro, el estado de ánimo suele verse alterado, mostrándonos más apáticos, algo melancólicos y faltos de energía. Es cierto que hay personas más sensibles que otras (así, algunas prácticamente no notan la diferencia mientras que otros llegan a padecer cuadros de depresión estacional, por ejemplo), pero en general, todos nos vemos afectados. Las personas mayores no son una excepción.

El frío es otra importante limitación a la hora de realizar actividades fuera de casa. Por miedo a constiparnos o coger la temida gripe, muchas veces aplazamos recados, visitas o salidas, esperando que cese el frío y que la temperatura se vuelva más cálida. Además, el frío y la humedad suelen acrecentar las molestias derivadas de patologías óseas, lo que aumenta la limitación que algunos mayores pueden sentir. No perdamos de vista que los mayores suelen sentir más frío de forma general, además.

Foto cortersía de Dudi López que nos muestra lo bonitas que están algunas calles de Santiago los días de fuertes lluvias.

Con esta fotografía es fácil darse cuenta de que el clima gallego no es el mejor para las personas mayores. ¿Qué pueden hacer para tratar de contrarrestarlo? Pues quizá hay que hacer nuestro el dicho de que al mal tiempo, buena cara. Para empezar, si es viable hay que tratar de hacer ejercicio en casa los días que salir fuera es una odisea. Caminar por el pasillo, hacer bicicleta estática o sencillos ejercicios como los que nos proponen desde Cruz Roja pueden ayudar a mantenernos en forma.

 

Aunque parezca una obviedad, vestir de forma adecuada es fundamental para hacer frente a las inclemencias meteorológicas. Un buen calzado, que no deje pasar el agua y no resbale sobre superficies mojadas, es un gran aliado. Además, si usamos chubasquero o capa de agua en lugar de paraguas evitaremos el efecto del viento sobre el mismo (que puede llegar a hacernos tropezar) y nos dejará las manos libres. Abrigarse correctamente (además del cuerpo, todo aquello que pueda quedar al aire como la cabeza, las orejas, el cuello o las manos) ayudará a disminuir la sensación de frío. Si la persona mayor emplea un bastón, es bueno colocar un apoyo extra en la base para que aumente la sujeción al suelo, disminuyendo el riesgo de resbalones.

Por último, el climas como el nuestro, donde cada año nos enfrentamos con borrascas, ciclogénesis y, en general, un tiempo duro, es importante buscar ocio que se pueda realizar en el interior. Desde apuntarse a un gimnasio (que permitiría realizar ejercicio a cubierto y calentito), a clase de manualidades, actividades de la Universidad o canto y pandereta. Sabemos que tenemos un invierno largo y duro, pues debemos acostumbrarnos a él y adaptarnos para seguir realizando actividades.