Desde hace casi cuatro años soy la encargada del desarrollo de los talleres de estimulación cognitiva que se realizan en el Concello de Teo. Empezamos con dos clases, en Vilariño y Recesende, contando en la actualidad con tres más (en Luou, Calo y Cacheiras).
Personalmente, esta actividad me resulta sumamente enriquecedora ya que me da la oportunidad de trabajar con personas ancianas (y no tan ancianas) activas, funcionales y con motivación de mantenerse sanas. Estos talleres tienen un objetivo principal y varios secundarios. En primer lugar, como su nombre indica, se trata de realizar actividades de estimulación cognitiva encaminadas a mantener un buen nivel de rendimiento cognitivo y ralentizar cualquier declive en este ámbito que pueda aparecer. Por otro lado, estas actividades persiguen evitar el aislamiento de las personas mayores (fomentando la creación de redes sociales vecinales), fomentar un envejecimiento activo, dotar a los asistentes de diferentes herramientas que puedan incidir positivamente sobre su salud, entre otros.
Hace un par de semanas propuse a los asistentes del grupo de Cacheiras que debatiesen entre ellos un tema que me parece tan interesante como ignorado: la adaptación de los espacios públicos y comunitarios para su uso y disfrute por parte de las personas mayores. Les pedí que no solo se centrasen en las barreras arquitectónicas (que quizá son las más fáciles de detectar) sino que también pensaran en otras barreras que las personas mayores pueden encontrarse en su día a día. El resultado de sus conversaciones queda resumido brevemente así:
- Las barreras arquitectónicas que se señalaron como más molestas fueron aquellas que impiden el tránsito por las aceras (por ejemplo, cuando en un paso no muy ancho coinciden una farola y una papelera o contenedor, dejando poco espacio para caminar holgadamente). Otro tipo de barreras, como escalones, también se señalaron como fuentes de problemas.
- Algunas señales o indicadores (como los cuadros de los nombres de las calles) tienen una letra y un contraste figura fondo que dificulta su lectura (sobre este tema hablamos en un post dedicado al envejecimiento del sentido de la vista).
- En espacios privados pero de uso público (como los supermercados) señalaron que los estantes más altos así como los más bajos no resultan cómodos ni muy accesibles para las personas mayores.
- Las letras de los productos de alimentación (tanto ingredientes como información nutricional o la fecha de caducidad) suelen tener un tamaño de fuente reducido así como poco contraste con el fondo, lo que dificulta su lectura.
- En muchos semáforos, el tiempo en que los peatones pueden cruzar es muy corto, dificultando que las personas con movilidad reducida puedan completar el recorrido en el tiempo estipulado.
Me parece muy interesante dar voz a los propios afectados por estas barreras, ya que son quienes pueden señalar aspectos que pueden pasar desapercibidos.
¿Qué os parece lo que han señalado los asistentes al taller?