El cuidado del cuidador

Debido al avance de la edad y a la aparición de ciertas patologías, algunos mayores necesitan de cuidado y supervisión en esta etapa de la vida. Esta ayuda varía tanto en la forma como en la intensidad. Así, hay personas mayores que simplemente necesitan cierta asistencia en aspectos muy puntuales y relativamente complejos (pago de impuestos, instalación y uso de nuevas tecnologías, apoyo para seguir tratamientos, etc.), mientras que otros se pueden encontrar en una situación de dependencia acusada, que precisa de un apoyo constante y en casi todos los ámbitos de la vida diaria. Esto puede verse claramente con la aparición de enfermedades tipo demencia, en las que, en un primer lugar, la persona precisará ayuda sólo para situaciones muy concretas, yendo en aumento paulatinamente el número de áreas que precisen supervisión y el grado de apoyo precisado.

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Cuando aparece una situación de alta dependencia en una persona mayor, suele establecerse una reorganización dentro de la familia asumiendo un miembro de la misma, de forma implícita o explícita, el cuidado del anciano. Debemos tener presente que la labor del cuidador es muy compleja, exigente y que requiere un trabajo constante. El hecho de cuidar de otra persona, siendo responsable de cosas tan dispares como el aseo, la alimentación, el vestido, el seguimiento del tratamiento, el manejo de las finanzas, etc. conlleva una alta responsabilidad y dedicación que pueden llevar a que el cuidador presente diversos problemas tanto físicos como psicológicos (cansancio, estrés, depresión, ansiedad, insomnio, abuso de sustancias, problemas con la alimentación, etc.). Es importante que el cuidador principal entienda lo necesario que es su propio cuidado, ya que, en caso contrario, puede terminar presentando problemas incompatibles con el desarrollo de su labor.

El cuidado de otra  persona es algo que requiere de mucho tiempo. Por ello, es importante tener presente la importancia de delegar y pedir ayuda (en ocasiones los cuidadores sienten que es algo que deben hacer solo ellos; que los demás no pueden o saben hacerlo; tienen miedo a molestar, etc.). Es importante que el cuidador principal cuente con apoyo pero también que sepa pedirlo. Indicarle a otras personas qué pueden hacer (ayudar con la compra, quedarse con la persona mayor una tarde, acompañar al médico, etc.) facilita que los demás sepan cómo pueden sernos de utilidad.

También es importante instaurar rutinas que ayuden a planificar las actividades cotidianas, diferenciando las cosas que son urgentes de las que pueden esperar. Es importante que los cuidadores conozcan las medidas de apoyo y soporte que existen y pueden facilitar el cuidado. Por ejemplo, existe ropa adaptada para facilitar el vestido, menaje adaptado, etc. que en muchas ocasiones posibilitan que la persona mayor realice la actividad de forma autónoma o, en todo caso, la facilita.

Es importante tener presente que en muchas ocasiones los cuidadores principales terminan en una situación de aislamiento, ya que disminuyen el número de relaciones sociales, la interacción con otros miembros de la familia, etc. En las situaciones de cuidado a tiempo completo de otra persona es importante con contar con cierto tiempo libre todos los días. En los casos en los que nadie puede sustituir al cuidador principal, puede buscar formas de relajarse sin salir de casa dedicando un rato a hacer cosas placenteras (leer, ver una película, echar la siesta, etc.). Aun con todo, es importante que el número de interacciones sociales no disminuya, procurando mantener las relaciones sociales.

Aunque exista una reorganización familiar, implícita o explícita, que implique que uno de los miembros va a asumir el papel de cuidador principal, el resto de la familia debería apoyar y dar soporte en la medida de sus posibilidades. Sustituir al cuidador principal para que pueda tener tiempo libre o vacaciones, ayudar con quehaceres cotidianos que puedan suponer un trabajo o esfuerzo extra, ayudar económicamente, etc. En muchas ocasiones la situación termina siendo insostenible porque parte de la familia delega sus obligaciones para con el mayor en una sola persona y no prestan la ayuda que debieran; es más, puede que incluso molesten más que ayuden. El resultado suele ser que el cuidador principal acabe precisando asistencia médica y psicológica y, en los casos más graves, no pueda continuar su labor de cuidado.

Por todo ello, es importante tener presente que si estamos cuidando de otra persona deberíamos:

  • Solicitar ayuda a nuestro entorno siempre que la necesitemos.
  • Delegar en otros aspectos del cuidado o del día a día que nos sobrecarguen.
  • Saber decir no cuando las peticiones que nos hacen son inviables o van en contra de nuestra salud o de la salud del mayor.
  • Organizar turnos, repartir tareas y obligaciones para evitar la sobrecarga del cuidador principal.
  • Disponer de un tiempo a diario y semanal para desconectar y descansar del trabajo del cuidado.