Muchas personas mayores conviven con afecciones crónicas que precisan de tratamiento farmacológico. Algunas de las patologías más comunes entre la población anciana son la hipertensión, diferentes problemas cardiovasculares, diabetes, niveles altos de colesterol o problemas óseos.
Cuando se trata de la toma de medicamentos hay que tener en cuenta que la forma en que los consumimos es de fundamental importancia a la hora de que sean efectivos. Por eso, hay una serie de recomendaciones que son válidas para cualquier edad. La primera de ellas es no automedicarse. Es importante que los tratamientos que se consuman sean recetados por el médico, además de seguir las pautas que nos marque (es decir, tomar el tratamiento el tiempo indicado y de la forma prescrita). Esto implica que no se debería alargar su toma o cesar el consumo sin consultar al facultativo, ya que se puede poner en riesgo la salud.
Por tanto, no se deben tomar tratamientos por recomendación de personas que no sean médicos. No deben tomarse medicamentos caducados o almacenados de una forma contraria a la que indique el fabricante. Además, las medicaciones caducadas o las sobrantes deben ser llevadas a los puntos SIGRE donde pueden ser tratadas de forma adecuada para el medio ambiente (en prácticamente todas las farmacias se puede encontrar un punto SIGRE para el desechado de medicamentos).
Algunas personas mayores se encuentran polimedicadas, es decir, están consumiendo varios tratamientos a la vez. En ocasiones este consumo responde al tratamiento de enfermedades crónicas y pueden añadirse fármacos de forma puntual para problemas concretos. En estos casos, es fundamental seguir un sistema para evitar que la medicación se desorganice y no se tome como es debido. Un listado claro, que incluya el nombre de la medicación y el principio activo, así como su dosis y número de tomas, ayudará a la hora de planificar los tratamientos. Hay que recordar que las tomas suelen indicarse en las recetas mediante tres dígitos, siendo 1 toma y 0 no toma (uno cada ocho horas o indicando las comidas principales), separados por un guion. Por ejemplo, si en la receta aparece 0-1-0 se indicaría que la persona debe tomar una dosis del tratamiento al mediodía.
En caso de ser varios tratamientos diferentes o precisar diferentes tomas, se aconseja el empleo de dispositivos como pastilleros, que permiten organizar la medicación (resultan especialmente útiles aquellos que no solo permiten organizar las pastillas por días de la semana, también por momentos a lo largo del día, por ejemplo, mañana, mediodía, tarde y noche). Esto evitará confusiones sobre si ya se ha tomado o no un tratamiento, evitando que no se tome o se tome dos veces el mismo por error. Cuando se organizan los pastilleros es fundamental prestar mucha atención, siguiendo algún sistema para evitar duplicidades. Evidentemente, en caso de que la persona mayor tenga cualquier problema que le incapacite para realizar esta tarea, deberá ser supervisada o llevada a cabo por otra persona para evitar que se cometan errores en la disposición.
Algunas recomendaciones a la hora de preparar el pastillero son las siguientes:
-Evitar que haya ruidos que nos distraigan, ya que es una actividad a la que debemos prestar toda nuestra atención.
-Seguir un listado de los fármacos que se van a preparar e ir por orden.
-Si una medicación se toma a diario, es mejor sacar las pastillas necesarias de la caja y luego distribuirlas que hacerlo de una en una, puesto que da lugar a más equívocos.
-Revisar que las pastillas se han repartido correctamente.
En algunas ocasiones, las personas mayores que consumen mucha medicación se quejan de ello. En parte, es fácil comprender que resulta pesado, siendo un aspecto al que hay que prestar mucha atención (por ejemplo, si se hace un viaje o una comida fuera de casa). Además, puede ocurrir que el hecho de tomar un tratamiento haga que la persona se sienta enferma o tome conciencia de su enfermedad en ese momento. En casos extremos, las personas se niegan a tomar la medicación, aun cuando son conscientes de la necesidad de la misma. Aunque es comprensible que sea un aspecto pesado, hay que tener claro que los medicamentos y su correcto uso nos permiten gozar de una mayor salud y una mejor calidad de vida. Por eso, es importante saber para qué sirve cada una de las medicaciones que tomamos y qué ocurriría si no lo hiciésemos correctamente.
En personas mayores que presentan algún tipo de patología, especialmente cuando esta afecta a la cognición (como son las demencias) la toma de medicación recae en los cuidadores. Es fundamental que el cuidador preste una gran atención no solo a los tratamientos, también a los posibles efectos indeseados que puedan aparecer, ya que será con toda probabilidad quien deba manifestárselos al médico. En caso de que una persona afectada de demencia no quiera tomar la medicación, se puede preguntar al médico o al farmacéutico sistemas que se puedan emplear (por ejemplo, si determinado medicamento puede ser mezclado con zumo) para facilitar su ingesta.